El pasado 15 de enero, gracias a las redes sociales, el mundo fue testigo de la masacre de El Junquito, a unos 30 kilómetros al oeste de Caracas.

Un grupo de venezolanos encabezado por Óscar Pérez, quien meses antes, se habían alzado contra la tiranía de Nicolás Maduros y sus acólitos, fueron vilmente asesinados; esto a pesar de que, el grupo se rindió, depuso las armas y ofreció entregarse; como consta en los videos que el propio Pérez colgó en sus redes sociales.

La tiranía movilizo a más de un millar de efectivos policiales y militares, quienes, con un armamento de guerra, incluido un lanzagranadas antitanque RPG-7, atacaron cobardemente a este grupo, de, no más de diez personas, entre ellas, una mujer con 8 meses de embarazo.

Las acciones de rebeldía de un sólo hombre, Óscar Pérez, entre los meses de junio y diciembre de 2017, pusieron en ridículo la tiranía del Estado venezolano. Fueron acciones impecables, no hubo daños materiales, ni se perdieron vidas de ciudadanos. Acciones que involucraron el robo de un helicóptero y, la toma y robo de armamentos, de un cuartel militar. Su intención fue revelarse contra la tiranía que, día tras día asesina a centenas de venezolanos; bien por, falta de medicinas, comida o inexistencia de atención médica. Además de una inseguridad que está fuera de control. Hechos que estimulan a la gente a revelarse.

Los acontecimientos irritaron al presidente tirano, quien ordeno asesinar a estos combatientes, tal como se evidencia en los videos que Pérez subió a las redes, y que, el mundo entero atónito aun observa.

Esta masacre traspaso los limites inimaginables, evidenciando que el tirano no recuerda que cuando su mentor Hugo Chávez se alzó en armas contra el Estado, hubo más de 300 muertos y, a pesar de ello, el Estado de Derecho no sólo le garantizó la vida, sino que, además, le permitió dirigirse al país a través de todos los medios, luego fue sometido a un juicio donde se le respetó el debido proceso; y finalmente le fue dado un indulto. Esos son actos de un Estado legítimo y soberano.

En la segunda Guerra Mundial a los criminales más atroces, responsable de millones de crímenes de lesa humanidad, una vez vencidos y derrotados, se les sometió a los Juicios de Núremberg.

A Óscar Pérez y su grupo no solo los masacraron, sino que, además, con toda la saña que solo las mentes desquiciadas pueden hacer, los remataron con un tiro en la frente, inclusive a la mujer en estado.

No conformes con toda la ignominia causada, secuestraron los cadáveres por varios días, Después de mucha presión de las familias y la comunidad para que no fueran cremados los cadáveres, abruptamente fueron llevados a un cementerio y solo permitieron el ingreso de un familiar por deudo; como si enterrar a los muertos fuera un delito.

Los hechos dicen que el Estado tirano sólo tiene el propósito de infringir cada día mayor terror en la población, para someterla a sus designios. Es tan evidente que no le importa violar una y otra vez los derechos humanos; en este caso, con el mundo observando en vivo y directo los acontecimientos en los videos que circulaban.

No le importo el derecho internacional humanitario, el convenio de Ginebra y sus protocolos–del cual Venezuela es firmante- no interesan los derechos ni protocolos de los Conflictos Armados. Recordemos que Óscar Pérez se rindió, ofreció entregarse, pidió varias veces que no siguieran disparando porque había civiles y mujer embarazada. A pesar de la súplica y rendición, los esbirros del Estado tirano cumplieron la orden, asesinarlos.

Ahora, mientras todas estas atrocidades suceden, la gran mayoría de la oposición ni siquiera se pronuncia; peor aún, siguen en su discurso de elecciones primarias. A eso se le llamará cohonestar o simple instinto de conservación.

Se puede estar de acuerdo, o no, con las acciones de Óscar Pérez, pero, hay que reconocer su valentía, su coraje, de revelarse contra la tiranía y no causar ni un muerto ni un herido en sus acciones.

Los negros hechos nos deben poner a reflexionar a los venezolanos. Óscar y sus combatientes nos dieron una clase magistral de honor y valentía, de claridad en la lucha. Sobre todo, concientizarnos que tenemos por delante a un régimen tiránico que está dispuesto a hacer lo que sea, para mantenerse en el poder.

Si entendemos esto último, debemos comprender que, con diálogos y elecciones va a ser muy difícil salir de esta pesadilla.

Debemos unirnos y deponer los egos y las apetencias personales. Salir a la calle hasta sacar a la tiranía, para que, nunca más, tengamos que ver un solo hermano asesinado ni a escondidas ni en vivo y en directo.

¡Gloria al Bravo Pueblo. Gloria y honor a Óscar y sus combatientes. La tiranía caerá!