Enrique Aristeguieta Gramcko, en nombre de la Gran Alianza Nacional, GANA, le envía una segunda carta pública al Presidente (E) de Venezuela, Juan Guaidó, donde le hace algunas recomendaciones con el “único ánimo de colaborar en el éxito de su gestión, de la cual depende el futuro de todos nuestros compatriotas”.

A continuación la carta completa.

Ciudadano
Ing. Juan Guaidó
Presidente (E) de la República
Palacio Federal Legislativo.-

Estimado Presidente:

Comienzo esta carta felicitándolo por haberse juramentado el pasado 23 de enero, venciendo todo tipo de amenazas. Este acto le dio un vuelco definitivo a la situación política y abrió el camino de la esperanza y de la libertad. De ahora en adelante, esa magna fecha tendrá un doble significado histórico.

Me atrevo a escribirle por segunda vez porque quisiera hacerle algunas recomendaciones, basadas en mi larga experiencia, con el único ánimo de colaborar en el éxito de su gestión, de la cual depende el futuro de todos nuestros compatriotas.

Después de la caída del dictador Pérez Jiménez, desde 1958 hasta 1999, los candidatos presidenciales, una vez electos, eran liberados de toda disciplina partidista, puesto que el Presidente de la República se debe a todos los venezolanos y no solo a su partido. Así sucedió con Rómulo Betancourt, Raúl Leoni, Rafael Caldera, Carlos Andrés Pérez y Luis Herrera Campins; y en mi opinión, también debería ser así en su caso.

He notado con preocupación que ciertos sectores políticos –los mismos que se opusieron públicamente a su juramentación– quieren cogobernar con usted, atribuyéndole a la Asamblea Nacional las competencias del Poder Ejecutivo, lo cual, además de inconstitucional, constituye un peligro para su gestión.

El momento que vive Venezuela es sumamente delicado porque, aparte de la tiranía que enfrentamos, existen fuerzas geopolíticas involucradas, entre ellas, Cuba, Rusia, China, Turquía, el fundamentalismo islámico, la guerrilla colombiana y el narcotráfico. Se requiere de un Presidente con gran capacidad de decisión, que pueda actuar con rapidez e independencia. Los partidos que lo apoyan dan la impresión de estar más interesados en obtener cuotas de poder y en posicionarse para ganar las próximas elecciones, que en desalojar a Maduro de Miraflores.

En medio de la grave crisis que nos afecta, Venezuela no puede seguir inmersa en una esquizofrenia política, con un gobierno legítimo reconocido por el mundo, y otro usurpador que controla las instituciones nacionales. Esta disonancia debe resolverse cuanto antes.

Señor Presidente, le recomiendo no seguir esperando a que se produzca una fractura dentro de las Fuerzas Armadas para luego autorizar la entrada de la ayuda humanitaria. Funciona justamente al revés: el quiebre militar se producirá cuando dicha ayuda ingrese al país; siempre y cuando venga protegida por una fuerza internacional.

En este sentido, lamento que el punto 17 de la reciente declaración del Grupo de Lima señale que apoya “un proceso de transición pacífico, a través de medios políticos y diplomáticos, pero sin el uso de la fuerza”; porque evidentemente Maduro solo se irá si existe una amenaza creíble de fuerza. Ojalá no sea cierto lo que se comenta, respecto a que el punto 17 fue incluido a petición de ciertos dirigentes políticos venezolanos.

Finalmente quisiera referirme a la Ley de Amnistía, la cual, en mi opinión, es demasiado generosa. Ciertamente hay que ofrecerle a los militares que se rebelen contra Maduro un perdón anticipado; pero dicho perdón jamás debe abarcar a bolichicos, corruptos, colaboracionistas, violadores de derechos humanos y agentes cubanos o del Hezbollah. Este tipo de impunidad puede acabar con su gestión e incluso con su prestigio, el cual estamos obligados a salvaguardar por el bien del país.

Señor Presidente: Usted cuenta con el apoyo mayoritario del pueblo venezolano y de todos los países democráticos. Utilice esa poderosa fuerza para gobernar, sin dejarse presionar indebidamente por lo grupos de poder. Constituya usted un gobierno de transición amplio y representativo, que solo piense en el bien de Venezuela, y no en el interés de los partidos.

Me despido de usted, recordándole las palabras que le dirigí en mi primera carta: No tenga miedo de asumir las responsabilidades que el destino ha puesto en sus manos. No defraude a los venezolanos. El mundo es de los valientes. Dios lo bendiga y le conceda la victoria.
Con afecto venezolano, amigo.

Enrique Aristeguieta Gramcko
Pte. GANA