La noche del 15 de julio fui víctima de los que en las redes sociales denominaron “insomnio electoral”. La ansiedad de saber que al día siguiente en más de 600 ciudades en 100 países los venezolanos nos encontraríamos para defender pacíficamente nuestro país no me dejó dormir hasta bien entrada la madrugada. Sin embargo. A las 5:30 am ya estaba en camino al Instituto Técnico Don Bosco para ser parte del operativo informativo de EV Panamá.

En el Istmo se establecieron tres Puntos Soberanos (así se les denominó a los lugares en los que los venezolanos acudimos a emitir cívicamente nuestra opinión en la Consulta Popular del 16 de julio): En el Don Bosco (Vía Israel), en Almacenes del Este (Costa del Este) y en Nima Bakery (David, Chiriquí)

Las filas a las afueras del Don Bosco se formaron desde muy temprano. La integraban el equipo de 300 voluntarios que esperaban instrucciones para comenzar a trabajar y los votantes madrugadores con ganas de participar en este proceso inédito en la historia de Venezuela.

“Primero pasa la cola de la tercera edad”, dijo uno de los organizadores. “Yo no soy de la tercera edad, pero llegué a la 1:15 am para ser la primera» dijo Andreína Alvarado mientras caminaba apurada hacia el salón donde estaban las mesas de votación. Tras estampar su huella en el cuaderno de votación besó su dedo pulgar y una sonrisa se le dibujó en el rostro: “Lo logré, dijo.

La mañana transcurrió sin improvistos. Por fortuna, la lluvia, tan característica del clima panameño, prefirió no aparecerse ese día. Y aunque las filas iban haciéndose cada vez más largas, fluían con bastante rapidez.

Fueron muchos los panameños que apoyaron el proceso: voluntarios, policías, los vecinos del Instituto Técnico Don Bosco -quienes supieron entender la magnitud del evento que interrumpió la – y los observadores internacionales, quienes fueron los garantes de que el proceso marchara correctamente.

«No podemos taparnos los ojos ante la situación que atraviesa Venezuela. Como panameños debemos solidarizarnos ante la situación que atraviesa ese hermano país”, dijo el Alcalde de la ciudad de Panamá, José Blandón.

Olga de Obaldía, representante de Fundación para el Desarrollo de la Libertad Ciudadana detalló con bastante cuidado cada etapa de la jornada y recordó la importancia de situaciones como esta. “Creo que un proceso como este reafirma que un Estado, una construcción de una República, está hecha de sus ciudadanos. Sus gobernantes -a quienes los ciudadanos eligen- deben representar la voluntad ciudadana. En el momento en el que los gobernantes dejan de hacerlo, le corresponde a la ciudadanía hacer todos los actos para poder manifestar esa voluntad”, dijo.

El puesto de EV Panamá, que inicialmente estuvo pensado para repartir el periódico impreso y ofrecer, a quien quisiera, impregnar su dedo meñique de tinta de manera simbólica, como lo ha hecho desde hace 8 años cada vez que la comunidad es convocada a un proceso de elecciones, se convirtió en una parada informativa. Llevamos a los abuelos a la fila de la tercera edad, prestamos nuestros teléfonos para ubicar a familiares extraviados, regalamos agua, prestamos nuestras banderas de Venezuela y Panamá a los amantes de los selfies y hasta nos conmovimos con los relatos de decenas de personas que entre lágrimas nos decían “pronto volveremos a ser libres”.

Vimos a familias enteras acudir al llamado cívico, niños panameños emocionados por ver a sus padres felices hablándoles de un país llamado Venezuela con lindas playas y gente buena al que pronto conocerían.

Cada cierto tiempo, ya a punto de salir, un espontáneo gritaba a todo pulmón: “¿Quiénes somos?”, al tiempo que un coro improvisado respondía: “Venezuela”, “¿Qué queremos” -interpelaba el primero. “Libertad”-respondían los otros. La escena se repitió hasta el cansancio. Es un canto muy común en las marchas que desde hace más de tres meses ocurren casi a diario en el país suramericano. Y esta, la del domingo, fue una manifestación mundial.

El sol se pone, pero la gente no se acaba

En la tarde, la cantidad de personas fue honestamente abrumadora. Los organizadores tuvieron que abrir más mesas y sumar más voluntarios. Al final hubo 64 mesas para atender de la forma más rápida y eficiente a los votantes. Era un río constante de gente, de todas las edades y clases sociales, que no dejó de fluir hasta casi las 7:00 pm cuando el último grupo de personas entró al colegio. Todos se fueron agrupando en una fila en forma de serpiente en la cancha deportiva del colegio. “Sí se puede, sí se puede”, gritaban eufóricos al entrar al Punto Soberano.

Cuando finalmente el centro cerró y comenzó el conteo de votos hicimos nuestra quiniela: ¿cuántas personas habrían acudido al llamado de la sociedad civil?. La proyección inicial de los organizadores de 30 mil personas se había quedado corta. Eso lo sabíamos desde las 10:00 am cuando ya 8 mil personas habían ido a votar y lo reconfirmamos a media tarde cuando el cálculo ya pasaba las 20 mil entre los 3 centros establecidos en Panamá.

A las 11:00 pm conocimos las cifras de primera mano. 35 mil 535 personas acudieron al Instituto Técnico Don Bosco y en total 50 mil 187 venezolanos, mayores de 18 años de edad, participaron en la Consulta Popular en Panamá. Para hacernos una idea, en el estadio universitario de la UCV entran 25 mil 690 personas.

La esperanza pudo más que el cansancio, regresé a casa contenta, con el gentilicio a flor de piel. Muchos han salido de Venezuela con la esperanza de volver, porque su emigración ha sido más bien una huida de los horrores que se viven allá; otros han hecho de Panamá su hogar, pero están más que dispuestos a ser parte de la reconstrucción de la nación. Todos los que fuimos parte de ese memorable día escribimos nuestro nombre en la historia del país y demostramos que, sin importar la distancia, Venezuela está presente en cada uno de nosotros.