Hace siete años (2010) debutó Austin Bibens Dirkx en el béisbol profesional venezolano. Lo hizo con las Águilas del Zulia dejando marca de dos ganados e igual cantidad de perdidos, con 1.60 de efectividad, en siete aperturas y 33.2 episodios.
En aquel entonces, el lanzador derecho tenía 25 años de edad. Su debut en Ligas Menores, con Seattle, se había producido en el 2006 con 21 años. Sus números en ese sistema llamaron la atención de los rapaces, organización que defendió por cuatro campañas seguidas, antes de ser dejado en libertad y pasar a los Tigres de Aragua, organización con la que incluso lanzó en la 2016-2017.
Así, entre Ligas Invernales, Ligas Menores e Independientes en los Estados Unidos, transcurrieron los años en el béisbol para el nacido en Salem, Oregon, pero seguía faltando algo.
Paciencia, la clave…
Doce años lanzando por clase A, doble A y triple A, y el llamado a las Grandes Ligas nada que llegaba. ¿Qué pasaba? ¿Por qué había sido tan esquivo el chance para el Big Show? Recuerdo como si fuese ayer, que en la temporada 2013-2014, mi última como reportero en Venezuela, le pregunté al respecto y me comentó esto.
“Yo creo que no he tenido suerte, pero voy a seguir insistiendo. Algún día llegará ese llamado, mientras tanto voy a seguir trabajando”. Y llegó… El lunes 8 de mayo, su actual equipo, los Rangers de Texas, decidieron darle la oportunidad después de 318 juegos, 140 como abridor y 1040.1 episodios trabajados.
Bibens Dirkx ya tiene 33 años, pero disfrutó la llamada que le hicieron, como si fuese un novato. “Ha sido una bendición y un sueño hecho realidad”. Ha sido una lucha, también. He pasado por muchos altos y muchos bajos. Pero estoy extremadamente feliz. No puedo ponerlo en palabras”, le dijo a MLB.
No dejó de soñar
El promedio de un pelotero en Ligas Menores es entre cuatro y cinco años antes de subir a las Grandes Ligas, pero así como el caso de Bibens Dirkx hubo otros muy sonados, como el del venezolano Jean Carlos Boscán, quien tardó 14 años o su compatriota Guillermo Rodríguez con 11.
“Mi meta era llegar aquí, pero la meta no se detiene ahora», dijo Bibens Dirkx. “La meta ahora es tener éxito y mantenerme arriba todo lo que pueda, hacer todo lo que esté a mi alcance para hacerles difícil la decisión cuando llegue la hora de bajar gente”, dijo entre lágrimas el diestro.
El que persiste, vence y así lo demostró este lanzador que nunca bajó la guardia, incluso cuando estuvo lanzando fuera del béisbol organizado. La dicha a veces tarda, pero llega.
“Lo primero que hice fue llamar a mi esposa», dijo Bibens Dirkx. “Ella empezó a llorar y a mí también se me salieron las lágrimas. Fueron una cantidad de emociones encontradas”, narró Austin para cerrar.