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Legisladores y expertos pidieron hoy en el Comité de Relaciones Exteriores del Senado de EE.UU. que el Gobierno de Donald Trump presione a los países de la Organización de Estados Americanos (OEA) para aplicar la Carta Democrática a Venezuela, un proceso que podría llevar a su suspensión del ente.

En una sesión de dos horas, coincidieron en que EE.UU. debe redoblar esfuerzos para contribuir a que Venezuela salga de la crisis política y social que vive, porque los cambios internos solo llegarán con más presión internacional.

«¿Para qué tenemos una OEA si es incapaz de actuar en una situación como la de Venezuela?», se preguntó el senador republicano Marco Rubio, quien acusó al Gobierno de Nicolás Maduro de «usar» los fallidos intentos de diálogo con la oposición para «retrasar cualquier acción de la OEA» y dividir a los opositores.

Mark Feierstein, quien hasta enero fue asesor de Obama y director para Latinoamérica en el Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, consideró que la región «está mucho mejor posicionada» ahora para «amenazar» a Venezuela con la «suspensión» de la OEA que el pasado mayo, cuando el secretario general del organismo, Luis Almagro, invocó la Carta.

Por un lado, argumentó, «la paciencia con Maduro se ha agotado» y, por otro, los cambios de tendencia política «en Perú, Brasil y Argentina» hacen que «haya más países inclinados por tomar medidas» al respecto.

La presión multilateral «debe ser guiada por la OEA», recomendó la experta en Latinoamérica del Consejo de Relaciones Exteriores (CFR) Shannon O’Neil.

«EE.UU. tendrá que tomar un papel de liderazgo en la OEA que será crucial para aplicar la Carta Democrática y si Estados Unidos da el paso, muchos países se sumarán», indicó.

Al respecto, el senador demócrata Ben Cardin recordó que para aplicar la Carta «con dientes», es decir, de manera contundente, se requiere que dos tercios de los 34 cancilleres de la OEA voten a favor de suspender a Venezuela del organismo.

Solo Estados Unidos puede lograr esa aritmética, según explicaron a Efe fuentes diplomáticas, porque es el único país con capacidad para convencer a las naciones caribeñas -que durante años se han beneficiado del programa venezolano de combustibles subvencionados Petrocaribe- de que dejen de alinearse con Venezuela.

Presionar a Maduro a través del organismo multilateral es una opción «mejor» que las sanciones económicas unilaterales que EE.UU. ha impuesto hasta ahora a miembros de su Gobierno, según David Smilde, experto en Venezuela de la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA).

Aunque el Gobierno de Trump decida apostar por presionar a Maduro a través de la OEA, «no lo tendrá fácil» porque está «mal posicionado» en la región por sus «ataques a la prensa y al sistema judicial» y por «alienar a aliados como México», señaló Feierstein.

Esos ataques, advirtió, «han erosionado la autoridad moral de Estados Unidos para exigir a Venezuela que respete ambas instancias».

Además, subrayó, la crisis abierta con México por el muro fronterizo que ordenó construir Trump «hace más difícil» para el Gobierno mexicano aparecer unido a EE.UU. en la toma de medidas sobre Venezuela de la OEA, algo «a lo que parecía estar inclinado».

El Senado de EE.UU. aprobó este martes, por unanimidad, una resolución sobre Venezuela que «urge» al Consejo Permanente de la OEA a que prosiga con el proceso de la Carta, que quedó abierto el pasado junio después de escuchar el duro informe de 132 páginas sobre Venezuela con el que Almagro invocó la Carta.

Los países que se declaran «preocupados» por la crisis venezolana -entre ellos EE.UU.- han preferido hasta ahora optar por resoluciones conciliadoras para alentar los hasta ahora frustrados intentos de diálogo entre el Gobierno y la oposición del país suramericano.