Me imagino que muchos de ustedes habrán visto un video de la nevera de cuatro puertas, montado sobre una moto con un fusil en la mano preguntando: ¿Disparo?

Si no lo vieron, yo les voy a describir la escena: se ve un lugar polvoriento como de una película de vaqueros. Solo que, en esta, los “vaqueros” andan a pie y sólo uno de ellos está encaramado sobre algo que parece una motocicleta, pero no conduciéndola. A ver si logro explicarme: el conductor del vehículo de dos ruedas es un gordo que va muy lentamente hacia adelante con un par de banderas en su manubrio y con cara de qué-hago-yo-aquí. De espaldas a este pobre obeso, va un tipo que lo dobla en peso y grasa, montado sobre una especie de platabanda que va adosada a la moto en cuestión. O sea: el conductor va viendo hacia adelante y el que va en la platabanda, va viendo para atrás. Este último va con una especie de fusil en la mano, pero no lo lleva cargado, sino que el susodicho va sobre la base que va adosada a la motocicleta. ¿Entendieron? Evidentemente es un vehículo hecho en revolución.

Continuando con nuestra escena: el mega gordo mofletudo que viene en la platabanda como en retroceso, trata de manejar -no la moto, sino el fusil- y va preguntando: ¿Disparo? ¿Disparo?… Nadie le contesta y es allí cuando empieza a “disertar” sobre lo que harán con esta arma y otra que “están pensando, pero que es secreta”. Según esta bola de grasa ambulante, este fusil y la otra secreta ¡serán para entregarlas en los barrios! Supuestamente para defender la revolución… O más bien, la ROBOLUCIÓN.

Para más ñapa, este video no lo estoy viendo por una de esas páginas nuestras en las que estamos acostumbrados a ver cualquier barbaridad de esta gente que gobierna, sino por una cadena de televisión extranjera.

¿Cómo explicarle a este señor que da la noticia con una sonrisita irónica, que eso que va montado allí, es el primer mandatario de mi país?  ¿Y que los supuestos vaqueros que caminan por la polvareda, son ministros que deberían estar en sus oficinas resolviendo el problema de miles de venezolanos que comen de la basura? ¡Peor aún! ¿Cómo explicarle a ese señor que en Venezuela hay gente que come de la basura, mientras este manganzón, hablar de surtir a los barrios, no con comida, sino con armas para defenderlo a él y su grasienta figura?

¿Cómo explicar que todo el tren ministerial y adjuntos, están en el medio de la nada, festejando a este guajolote que habla pistoladas? ¿Es que no va a haber nadie que pare toda esta incongruencia? Todos ellos bien robustos y contentos, celebrando el gasto de otra millonada que terminará -Dios mediante- en un almacén o peor aún, en manos de quien no debe.

Qué de sentimientos encontrados produce ver lo que pasa en Venezuela. Es como si los gobernantes planearan todos los días hacer algo distinto para después reírse de la gente y de las hazañas que disfrutaron ese día. Es como si fuéramos animales de laboratorio: el científico jurunga, a ver cuánto aguanta el animal.

Con la diferencia de que ni estos son científicos, ni nosotros somos animales. Como dijo alguna vez Albert Einstein: “El mundo no está en peligro por las malas personas, sino por aquellas que permiten la maldad”.

El asunto está en quién la ha permitido. ¿Nosotros? ¿Los políticos? ¿La gente que ya no tiene fuerza para luchar, porque lo que come es basura? ¿La gente que salió a la calle, o la gente que les dijo que se devolvieran a sus casa a las 2 de la tarde?

En verdad, qué vergüenza. Qué pena ajena. Ya no quiero seguir viendo, y sin embargo, veo… En fin, no hay mal que dure 100 años. Y llevamos 18. ¿Será que nos faltan 22? ¿Qué puedo decirle a esa bola de grasa que haga con el fusil? Qué vergüenza… Qué pena ajena lo que pienso. Por eso no quiero seguir viendo.

Cariños y hasta la próxima.