Filmar películas fue siempre su deseo, hoy le pone el alma y el corazón al Festival Internacional de Cine de Panamá que llega a su sexta entrega
En la casa número 151-B de la Calle Gustavo Lara, en Ciudad del Saber, está el centro de operaciones del Festival Internacional de Cine de Panamá, IFF (por sus siglas en inglés). Falta poco para que comience la fiesta más grande de la industria cinematográfica y el correteo del equipo de voluntarios no cesa. El año pasado, cerca de 38 mil personas se volcaron a las salas de cine para disfrutar de una variada programación con títulos de producción local y extranjera.
“Durante el Festival la gente es libre, tiene la oportunidad de ver algo distinto que no suele estar en las carteleras a lo largo del año. Lo que queremos lograr es que haya un público que asista a ver este tipo de proyecciones y que a su vez los invite y los inspire a ver otras cosas”, cuenta Pituka Ortega. Está sentada frente a su computadora y de su cuello cuelga una credencial que la identifica como directora ejecutiva del IFF.
Ortega comenzó tarde en la industria del cine en Panamá. Tenía 34 años de edad cuando filmó su primer cortometraje llamado La India Dormida, del cual fue coguionista y productora. Luego hizo el corto de ficción El Mandado, filmado en 16 milímetros, y también un documental que narra la vida de la artista panameña Isabel de Obaldía. También forman parte de su filmografía Los puños de una nación, Historias del Canal, en la cual dirigió uno de los cortos, y el documental La Ruta.
Lo que sabe lo aprendió de forma autodidacta. Pituka no fue a la escuela de cine. Antes fue editora de la revista Década, con su amiga Consuelo Tomás, y la carrera que estudió formalmente en una universidad de Estados Unidos fue Historia y Ciencias Políticas.
“Ojalá hubiese estudiado cine, no lo hice porque era una carrera costosa y poco segura. Me costó mucho arrancar, prácticamente porque no se estaba haciendo cine en Panamá. Era, y sigue siendo –apunta la productora y directora- una tarea titánica, pero en aquel momento no existían fondos y tampoco una Ley de Cine. No estábamos ni cerca de que se concibiera algo como lo que está ocurriendo hoy en día, pero luego vi que sí era posible y que el cine tendría una vida larga en Panamá”, aseguró.
Antes de dedicarse a la dirección ejecutiva del IFF, Ortega formó parte del Centro de Imágenes y Sonidos, CIMAS, que nació de la necesidad de crear un archivo audiovisual y de memoria histórica para el país.
Amor a primera vista
Fue a los ocho años de edad cuando la realizadora panameña se enamoró del cine. Su madre la llevó a ver Oliver Twist, la versión de David Lean proyectada en aquel entonces en blanco y negro. “Desde ese momento supe que quería formar parte de eso. Recuerdo haber pensado: yo quiero estar ahí”. Su pasión por contar historias a través de la pantalla, se la debe a su madre, una gran admiradora del séptimo arte.
Pero para contar historias es necesario transmitir un mensaje y no desaprovechar el poder que tiene el cine como instrumento artístico. “Cuando logras hacer una película con un comentario social, tienes una obra maestra. Particularmente me interesan mucho los temas políticos y sociales y cada vez que tengo la oportunidad de mostrarlo, lo hago. Sí, definitivamente soy de esa creencia”, afirmó sin vacilar.
En pocas palabras:
Un lugar: el espacio exterior
Un plato de comida: pasta a la carbonara
Una película: Memorias del subdesarrollo
Un músico o una banda musical: Fela Kuti
Un libro: el Aleph de Jorge Luis Borges
Una frase: “La naturaleza de tu motivación determina el carácter y la honestidad de tu trabajo”. El Dalai Lama.