La abogada, escritora y columnista panameña habló de su vida y su interés por el lado humano de las personas
Olga de Obaldía llegó temprano a su entrevista con El Venezolano de Panamá. Su agenda es apretada, pero siempre encuentra tiempo para atender todos sus compromisos. Se le nota la curiosidad, quiere saber de qué se tratará la conversación. Está acostumbrada a preguntar, no a que le pregunten.
“¿Hablamos de mi vida personal, o lo que estoy haciendo profesionalmente?”, se apresura a preguntar antes de que el periodista encienda la grabadora. Se relaja al escuchar que se trata de un poco de todo. De Obaldía es una abogada panameña graduada en la Universidad Santa María La Antigua (USMA) y una de las más respetadas escritoras de Panamá. “A los abogados nos gusta leer y escribir”, dice.
El 25 de agosto de 2016 recibió el premio “Diplomado en Creación Literaria” 2014-2015” que entrega la Universidad Tecnológica de Panamá (UTP), gracias a su colección de cuentos “Almas Urbanas”. De Obaldía participó en el diplomado en 2010. “Fue una experiencia grandiosa, de mucho crecimiento”, recordó mientras buscaba en su dispositivo móvil un artículo para recordar aquel momento.
Meses después recibió otro galardón. El 11 de noviembre de 2016 fue reconocida con el Premio Nacional de Cuento José María Sánchez Borbón por sus “Cuentos elementales”, un libro que será editado en 2017. “Se llama así porque elegí los elementos del mundo antiguo, como el fuego, el aire, el agua y el viento y tomé cada uno para usarlos como catalizadores para la transformación que tienen los personajes”, explica.
De Obaldía forma parte de un interesante boom de escritores que vive Panamá, específicamente en el género de cuentos. “Creo que ha ayudado mucho el Internet, ya que escritores que antes no tenían vitrina, ahora sí. Igualmente la creación de premios con incentivos importantes”, concluyó.
Pasión por el arte
“Mi primer amor fue la lectura”, confiesa De Obaldía con brillo en los ojos, como si evocara con esas frase el primer libro que llegó a sus manos. “Puedo perderme entre el tiempo cuando comienzo un libro. Me descuido y pueden pasar muchas horas”, agregó. Esa costumbre la comenzó desde niña. “Claro, porque vengo de una casa donde la lectura era religión”, explica.
Antes de graduarse de abogado en la USMA, cursó estudios de inglés como segunda lengua en la Universidad de Michigan, “No era un grado de licenciatura, era un programa de dos años y lo terminé en menos tiempo”, comenta. Esa experiencia educativa le abrió las puertas a otro nivel de lectura. “Pude comenzar a leer literatura en inglés y eso me llenó muchísimo”.
Regresó a Estados Unidos para hacer una maestría en la Northwestern University School of Law. “No completé la tesis para terminar de grado y me devolví a Panamá con una oferta de trabajo en una firma de abogados”. Sin embargo, su lado humano estaba tocando la puerta, cada vez con más fuerzas.
Investigó y encontró, en la Escuela de Filantropía de la Universidad de Indiana, un curso que le llamaba poderosamente la atención. “Era como una especie de certificado en manejo de consecución de fondos. Lo completé y en eso es en lo que trabajo hoy realmente. Lo bonito de trabajar en un mundo sin fines de lucro, es que hay mucha satisfacción”, explicó.
No le importa recibir salarios más bajos que los que pudiera conseguir en el mundo comercial, pues, al contrario, prefiere estar mejor con su lado humano que con lo material. “Soy, antes que todo, humana. Es lo que me llena. La gente, influir y tocar sus vidas”, argumentó la coordinadora del Fondo Patrimonial de la Universidad Católica Santa María La Antigua y asesora de proyectos de varias Organizaciones No Gubernamentales (ONG).
Diferentes experiencias
La también coordinadora editorial del periódico Costa Verde Hoy, fue columnista de la revista Vivir en el diario La Prensa de Panamá, experiencia que duró poco más de dos años. De ahí, en parte, debe su costumbre de sentirse más cómoda haciendo preguntas que respondiéndolas.
Trabajó, igualmente, como gerente de proyectos en la Fundación Ciudad del Saber y en la Fundación Amador, Museo de la Biodiversidad (Biomuseo). Actualmente trabaja como asesora en un proyecto educacional con la USMA.
“Estoy contenta de regresar a mi alma mater. Es un proyecto a largo plazo, pero muy bueno, en el que buscamos mayores recursos para la educación, que para mí es lo más importante”, explicó.
En el plano familiar, a pesar de todo el trabajo que ama hacer, saca el tiempo para compartir con su esposo y su hijo de 19 años de edad, llamado Gabriel. También hay lugar, cuando se puede, para algo que hace con mucha pasión. “Tapices, bordados, todo lo que tiene que ver con creatividad, arte. Soy una persona más mental que física”, cerró.
En pocas palabras…
- Una ciudad: Niza, en el Mediterráneo francés.
- Un plato: Ceviche
- Un personaje: Rosa Montero, escritora española
- Un libro: “Fragmentos de un amor furtivo”, de Héctor Abad Faciolince
- Una película: Cuatro bodas y un funeral
- Grupo musical: U2
- Una frase: “No insistas en el pasado, no sueñes en el futuro, concentra tu mente en el momento presente”, Buda.