Efectivamente nosotras las mujeres tenemos un talento especial para salirnos de un paquete. Y no lo digo yo, lo dicen los cientos de cuentos con sus personajes femeninos y sus correspondientes protagonistas.
Como ejemplo tengo ahora en mi mente a varias; por ejemplo, Blanca Nieves: ¿cómo hizo esta señorita para vivir con siete tipos en una sola habitación y aun así ser respetada por la comunidad? Pues no se le ocurrió mejor excusa que decir que andaba una bruja por allí queriéndola envenenar con una manzana, por lo que tuvo que pedir refugio a los pobres enanos que tuvieron que trabajar por ella hasta el fin de sus días.
Y si es por la “pobre” Cenicienta, este personaje se hizo pasar por humilde y cachifa; y mientras las hermanastras creían que se la estaban devorando, la tipa se alzó con el millonario y les dejó el pelero…
Y ahora vamos con el personaje título de este artículo… ¿Qué les puedo contar que ustedes no sepan? La muy inocente Caperucita se paseaba con su buchaca por el bosque haciéndose la musulmana y cuando se encontró con el lobo, lo primero que hizo fue preguntarle por el tamaño de todos sus atributos…
Pues es así que se me ha ocurrido otro cuento que podremos narrar a generaciones futuras. Aquí voy…
“…Cuenta la leyenda que una ciudad muy hermosa vivía una señora, de cuyo nombre no quiero acordarme, quien poseía altos poderes y vivía como una reina. En años anteriores se había desposado con un príncipe consorte quien también disfrutaba de las mieles del poder.
Durante largo tiempo se pavoneaba junto a los reyes de la comarca, obedeciendo sus órdenes, las cuales eran de gran provecho para su bienestar económico. No tuvo la menor conmiseración en atrapar a todo aquel que no fuera entusiasta o seguidor de aquellos que la sustentaban día tras día. Se dice que antes de salir de sus aposentos, repasaba la lista que le habían dado la noche anterior y mirándose en un espejo, en vez de preguntarse quién era la más linda de la comarca, comentaba:
-Hoy me toca joder a…. Fulano
Y así fue pasando el tiempo… (dicen los pobladores que 18 largos años) hasta que un día vio por su ventana y se dio cuenta de que aquellos reyes de antaño, ya no tenían la fuerza de antes. Muchos habían viajado a otras comarcas durante largo tiempo en lujosas naves, y disfrutaban del dinero de sus súbditos sin empacho alguno; pero he aquí que en los últimos tiempos aquellos anteriores vasallos se volteaban contra ellos en cualquier situación sin importarles lugar ni fecha, vociferándoles toda clase de improperios.
Fue así entonces que volvió a verse en su espejo una mañana y se dijo:
-Cáspita…repámpanos… huyamos por la derecha pero, ¿a dónde? En todos lados hay parentela o descendientes de algunos a quienes he dado salchichón. Debo pensar muy bien y con denuedo, mis futuras decisiones…
Comenzó entonces aquella dama a dar giros cada vez más profundos, y aquellos habitantes de la comarca, que aún no se sabe por qué razón tenían tan mala memoria, comenzaron a olvidarse de las malas acciones que una vez ella había cometido, y hasta admirar su supuesta valentía.
¿Resultado? Aquella adusta señora que fue verdugo, ahora se convertía en “La Bella Durmiente”, que al parecer tenía sus ojos cerrados ante los abusos que sus príncipes cometían. Fue después de largos años -18, para ser más exactos- que abrió aquellos y se encontró que ella misma, en vez de princesa, debía convertirse en sapo.
Y así viajó a otros lugares, en donde fue bien recibida y hasta alojada, acompañada y vitoreada por todos aquellos súbditos que de memoria, no tenían nada. ¡Ah! ¿Y aquellos llamados Leopoldo y otros presos políticos? Esos seguían igual… Pero, perdón, también se le olvidó a aquellos que La Bella Durmiente, siempre dijo que en la comarca no había presos políticos sino privados de libertad.
¿Y nuestra protagonista? Se paseará por el mundo en bellas carrozas dándole gracias a un alemán de apellido Alzheimer..
Cariños y hasta la próxima…