Entré a una panadería a ver si encontraba pan y… ¡Aleluya! Sí había. Podía comprar hasta dos a seis mil bolívares cada uno, precio exorbitante para un habitante de esta tierra. Les cuento, a quienes lean esto y no vivan aquí, que hace muy poco tan solo la unidad costaba la unidad 250 bolívares así que imagínese la inflación. Había café y leche…¡Aleluya! de nuevo. Pedí un marrón -como llamamos en Venezuela al café con leche oscuro-. Una joven se acercó a la barra y pidió el suyo, estaba cargada de carpetas y un cilindro se le cayó. La ayudé a recoger los papeles y le pregunté: ¿te acabas de graduar? lo pregunto porque imagino que esto es un título -mostrando el cilindro-, respondió afirmativamente agregando: pero me voy del país, aquí no hay oportunidades de conseguir un trabajo que proporcione calidad de vida. Llevo cinco años estudiando y trabajando y todas las quincenas termino debiéndole «una vela a cada santo». Aquí todo empeora por minuto. No salgo para ninguna parte, lo que quiero es arrancar ya.

 

Bueno, te comprendo…pero de esto saldremos, le respondí. Mire, ripostó la joven, yo no conozco otra cosa que lo que estamos viviendo, tengo 24 años de edad, casi todas mis amigas de la universidad se fueron hace ya unos años, ninguna con las que comencé terminaron y por lo menos salen a la playa en los sitios a donde se fueron. Soy hija única y mis primos también se fueron todos. Mi mamá no se puede ir porque mi abuela ya está viejita y dice que de aquí no se va, por lo tanto mis tías y mamá se quedan con ella. No sé si la volveré a ver con vida, pero mi mamá me apoya, dice que aquí no hay futuro que lo busque aunque sea lejos de ella. Le juro que no es fácil la decisión, pero ya la tomé, ¡me arranco!

 

¿Y a dónde te vas?-le pregunté- A Ecuador -respondió de inmediato….Pero allá la cosa no es tan distinta que aquí, allá también andan pensando en el socialismo del siglo XXI, atajé a decirle. Correa ya se fue, me dijo, y el presidente Moreno dice que se va a los cuatro años, a lo que termine su mandato, no como aquí que todos, de un lado y del otro se quieren quedar eternamente, pasan de concejales a diputados de diputados a gobernadores de gobernadores a alcaldes o de ministros de finanzas a vice ministros de transporte… No se van nunca y todo lo hacen mal, de verdad que no veo salida por ahora. Así que tengo ya mis papeles y notas en regla para emprender el viaje y ni le cuento el viacrucis que tuve que pasar para poder legalizarlos y apostillarlos, además del dineral que tuve que pagar, porque aquí a todo el mundo hay que mojarle la mano, sino las cosas no salen, aquí todo el mundo se corrompió.

 

Ya al despedirme le desee suerte y éxitos y pregunté: ¿vas a votar el domingo? No lo sé –me dijo- quizás lo haga, pero la verdad es que nadie me convence y soy opositora mil por ciento, pero he votado y nada cambia, la verdad que no lo se. Riéndome le dije…mira que si no lo haces te «marcarán e identificarán» como chavista. También se rió y agregó: ojalá y algún día cambien las cosas y pueda volver, pero creo que pasará mucho tiempo.