Señor Loop se presenta en el Festival Sensorial este 5 de febrero en los terrenos del Biomuseo. Foto: Pablo Cambronero

El vocalista del grupo Señor Loop cuenta cómo venció un cáncer de estómago que lo mantuvo alejado de los escenarios por más de un año

Es alto, de tez morena y cuerpo delgado. Su cabello es una masa de rulos color negro. Desde siempre le han llamado “Lilo”, pero su nombre real es Rodrigo Colón Sánchez. Es músico por naturaleza, compositor y productor. Primero aprendió a tocar la batería, lo hizo por cuenta propia memorizando una larga lista de clásicos del rock en inglés y en español. Después tomó la guitarra y luego afinó su voz para convertirse, sin planificarlo, en el vocalista de una de las bandas más importantes de la escena musical panameña, Señor Loop.

En diecisiete años de trayectoria, el grupo ha sabido ganarse al público con su propuesta musical, de manera independiente y sin pretensiones. Hablan el mismo lenguaje que sus seguidores y a la vez han despertado un sentimiento de orgullo y respeto por la música hecha en casa. “Me gusta ver diversidad en la gente que asiste a los conciertos. Yo no hago música para un solo grupo. Luego de nuestro primer disco (Madretambor, 2000) nos hicimos muy populares, tocábamos en shows de moda, nos querían en el lanzamiento de tal marca y entonces dije: esto no es lo que quiero”, cuenta Sánchez.

“Cuando canto me quito la ropa del Lilo que cocina en casa y me vuelvo loco. Y si la gente también enloquece, entonces sabes que hiciste bien el trabajo”, agrega el vocalista. A lo largo de su carrera, Señor Loop no solo ha llenado locales y teatros en Panamá, también ha participado en los más destacados festivales de música de Latinoamérica. Sus discos se venden en cualquier parte del mundo a través de la plataforma iTunes. Sánchez dice que el grupo se ha mantenido gracias al cariño y al aporte de sus fans.

Candanga

Señor Loop ha editado tres discos. El último, llamado Vikorg, fue lanzado hace casi cuatro años. Lilo asegura que la banda trabaja en un nuevo material, pero no sabe cuándo saldrá a la luz. Al igual que casi todos los integrantes de la banda, tiene una familia. Con su esposa tuvo dos hijos, Nadia y Nikolai. Todos los días se esmera en ser un padre amoroso y en ofrecerles una educación de calidad.

“El amor que siento por ellos es lo que me inspira. Gracias a eso pude transitar el largo viaje que me tocó”, afirma el cantante. En enero de 2014 fue diagnosticado con cáncer. Un tumor de ocho centímetros se había instalado en su estómago. A diferencia de quienes se aferran a Dios en circunstancias difíciles, Lilo acudió a la única religión que conocía: su familia.

En busca del tratamiento para curar su enfermedad, partió a Estados Unidos. Recibió quimioterapia, luego le practicaron una cirugía y después radioterapia. Sánchez se salvó. A cambio le fue removido por completo el estómago. Un procedimiento conocido como gastrectomía que lo obligó a cambiar sus hábitos alimenticios drásticamente. Llegó a pesar 250 libras (113 kilos), ahora se mantiene en 150 (68 kilos).

En el transcurso de lo que denominó “el exilio”, nació su hijo Nikolai. “Ocurrió cuando me estaban haciendo la quimioterapia y eso me motivó a no pensar mucho en la situación. Solo pensaba en que sería papá. Tuve momentos en los que me encerré en el baño a llorar, luego salía y le preparaba el desayuno a Nadia, tenía que seguir con mi labor”, recuerda. Su objetivo era claro: sanar, regresar a su país y volver a Señor Loop.

Dos temas de la autoría de Sánchez describen lo que vivió en su lucha contra el cáncer. “Y si me lleva Candanga… no tengo truco bajo la manga”, reza uno. El otro, llamado “Wolverine Blues”, es una analogía en la que se compara con el personaje Wolverine de la casa de cómics Marvel, quien según cuenta la historia, recibió una dosis del metal ficticio Adamantium, como parte del Proyecto Arma X. “Para mí es la mejor forma de contarlo. Ese sabor a metal lo sentía hasta en la garganta, cuando me inyectaban la vaina… El que ha pasado esa prueba sabe lo que es”.

Tres años después solo hay una palabra que resume su día a día: felicidad. A Lilo le basta con tener una casa cerca del mar, un patio donde ver correr a sus hijos, la sombra de una mata de mango y la música. Es su forma más humilde de ver la vida. “Después de todo, nunca sabes si viene por ti otra vez”, dijo con certeza.

En pocas palabras:

Un lugar: mi casa
Una comida: un plato con arroz, frijoles negros, tajadas y puerco.
Una banda o artista: “Frank Sinatra, Norah Jones, Michael Kiwanuka. Es muy difícil elegir uno…”
Una película: El Gran Lebowsky
Una frase: “Alimenta el alma y deja que el ego pase hambre”.