En la hora 11 del día 11 del mes 11, precisamente 100 años después de los combates fueron detenidos en la primera guerra mundial, los líderes de más de 60 naciones, la mayoría de los países que enviaron tropas o trabajadores al Frente Occidental, se reunieron en el Arco de Triunfo para recordar a los millones de personas que murieron en el conflicto.

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el presidente ruso, Vladimir Putin, fueron los últimos en llegar a la ceremonia del Arco de Triunfo. Los dos se dieron la mano y Putin hizo un gesto con el pulgar hacia arriba después que Trump lo saludara preguntándole «¿Cómo estás?».

El presidente francés, Emmanuel Macron, en la Tumba del Soldado Desconocido debajo del arco, encendió la llama eterna que se enciende cada noche en el memorial grabado con las palabras: «Aquí descansa un soldado francés que murió por la nación».

En su discurso, Macron habló de los sacrificios de vida hechos hace un siglo en los cuatro años de la guerra en Europa.

«El patriotismo es exactamente lo contrario del nacionalismo», dijo Macron. «El nacionalismo es una traición al patriotismo».

«Los viejos demonios están despertando, listos para sembrar el caos y la muerte», advirtió Macron. «La historia a veces amenaza con repetir sus patrones trágicos y socavar el legado de paz que creíamos haber sellado con la sangre de nuestros antepasados».

Macron, más tarde el domingo, organizó un foro de paz, que según la canciller alemana pretende demostrar esfuerzos «para hacer todo lo posible para traer un orden más pacífico al mundo, aunque sabemos que aún tenemos mucho trabajo por hacer».

Trump, un defensor de la política nacionalista de «Estados Unidos primero», no asiste, pero se esperaba que Putin lo hiciera.

La sombría ceremonia del centenario del domingo, bajo un cielo lluvioso, contó con la presencia del violoncelista Yo-Yo Ma, la cantante Angelique Kidjo de la nación africana de Benín y la música de cornetas que tocaron al final de un minuto de silencio.

No se sabe de ningún soldado de la guerra que siga vivo, pero sus voces estuvieron presentes en los estudiantes de secundaria que leyeron sus cartas escritas en el frente este día hace un siglo.

El capitán del ejército estadounidense Charles Normington escribió que «cada soldado tenía sus brazos llenos de chicas francesas, algunas llorando, otras riendo; cada una tenía que besar a cada soldado antes de dejarlo pasar. No hay ningún lugar en el mundo en el que prefiera estar».