Y vuelven con el cuento de que es con votos como se sale de una tiranía. El diccionario define a la tiranía como gobierno despótico, injusto y cruel que abusa excesivamente de la autoridad, siendo rasgos característicos de ella  la eternidad en el mandato cargado de arbitrariedad ¿no es esto lo que se vive en nuestro país?

En democracia se sale de un gobernante pacíficamente a través de elecciones. En las tiranías éstas se cancelan, posponen indefinidamente o cuando se realizan, se desconocen.  Los tres casos los hemos visto en Venezuela con el referéndum que fue cancelado, las regionales pospuestas y las parlamentarias hoy desconocidas por el régimen.

Ahora, luego del monumental fraude de la constituyente comunal, pretende el régimen endulzar a la oposición con un llamado a las regionales pospuestas y hay quienes agarran «ese trompo en la uña», porque -agregarán otros- hay que ganar espacios. 20 años repitiendo lo mismo y hay quienes creen todavía en cantos de sirena.

No entiendo como personas versadas y forjadas en la política intentan nuevamente vendernos la farsa electoral luego de haberla visto, en pleno desarrollo, el pasado domingo. Lo único que puedo pensar de quienes hacen suya la propuesta del régimen -hambreador y violento- es que se sienten y están cómodos con la tiranía y/o se usufructúan de ella.  Luego de los miles de muertos, heridos, presos y torturados a lo largo de estas dos décadas, no existe la posibilidad de creer en la buena fe del proponente.

Qué hacemos entonces, es la pregunta repetida.  Continuar en la calle ejerciendo presión fuera y dentro, apartando a cómplices y colaboradores del régimen, entendiendo que la unidad verdadera se encuentra en cada cola, en cada hospital, en las puertas de las farmacias vacías y de las iglesias y cementerios  repletos  donde los deudos lloran y rezan a sus muertos.  Como dijo Antonio Ledezma antes de que lo pasaran de su casa por cárcel a una celda con barrotes: lo que tenemos que hacer es honrar a los caídos, y el mejor homenaje que podemos hacerles es no enterrar con ellos los sueños de libertad por los que dieron la vida.  

 

Sigamos adelante con ánimo, coraje y determinación.  ¡Venezuela no se rinde!