FILE PHOTO: Drilling rigs are seen at an oil well operated by Venezuela's state oil company PDVSA, at the oil rich Orinoco belt, near Morichal at the state of Monagas April 16, 2015. REUTERS/Carlos Garcia Rawlins/File Photo

Guyana, cuyos dos tercios de territorio reclama Venezuela como suyos, será, por lejos, el país de mayor crecimiento económico de este año gracias al petróleo.

 

Guyana y Venezuela, vecinos en América del Sur, enfrentados por una disputa territorial de dos siglos, encaran perspectivas económicas dramáticamente opuestas: una enriquecerá este año; la otra, reforzará su crisis.

El Fondo Monetario Internacional, FMI, ubicó en abril a la República Cooperativa de Guyana, de solo 801.000 habitantes, como la líder de una lista de 39 países del mundo cuyas economías crecerán este año a pesar del Gran Confinamiento por la COVID-19.

Según las proyecciones, el Producto Interno Bruto de Guyana crecerá 52,8 por ciento este año. En enero, antes de la pandemia, la estimación era de 85,6 por ciento de alza.

La catapulta de la economía guyanesa, fundamentada hasta hace poco en la agricultura y la pesca, serán las operaciones y exportaciones petroleras este 2020.

El 20 de diciembre de 2019, comenzó a salir crudo del primer yacimiento de Guyana: el Liza, a 190 kilómetros de la costa, con una explotación de 120.000 barriles al día.

Las proyecciones de firmas privadas y del propio FMI prevén que Guyana llegue a producir eventualmente entre 700.000 y un millón de barriles de petróleo al día.

Son niveles de un exportador intermedio, pero la cifra la coronaría como el país con mayor ingreso per cápita del mundo.

Y, en el extremo negativo, está su vecino, considerado hace dos décadas la Arabia Saudita del hemisferio occidental por su riqueza en hidrocarburos.

Venezuela pasó de producir 3.329.000 barriles de crudo al día en 1999 a solo 622.000 en abril pasado, según datos de la Organización de Países Exportadores de Petróleo.

El FMI cataloga a Venezuela, con las mayores reservas de crudo del mundo, pero con una industria petrolera en decadencia, como la tercera nación con peor perspectiva económica del año, con menos 15 por ciento.

“Bien por ellos, mal por nosotros”, expresa a la Voz de América Américo De Grazzia, diputado del Parlamento venezolano, hoy en el exilio, sobre esos horizontes financieros.

De Grazzia forma parte del grupo de parlamentarios que, infructíferamente, presentó en el poder legislativo de su país un proyecto de ley para crear el estado 24 de Venezuela: el Esequibo, que incluye dos tercios del territorio donde hoy ejerce soberanía Guyana.

Traba política y legal

Venezuela reclama como suyo, desde principios el siglo XIX, un espacio que hoy constituye el 70 por ciento del Estado guyanés.

Las 34 constituciones de Venezuela han incluido ese territorio, desde el delta del río Orinoco hasta el río Esequivo, como parte del suelo patrio, explica Sergio Urdaneta, autor del proyecto de ley presentado por De Grazzia y otros legisladores.

“Se nos pretende despojar de 150.000 kilómetros de nuestro territorio”, reza el borrador legal redactado por Urdaneta, abogado constitucionalista venezolano, quien compartió a la VOA la normativa introducida en el Parlamento.

La zona la controlaron los imperios de España, Holanda y, finalmente, Gran Bretaña. Este último, en 1897, propuso a Venezuela dirimir la diatriba en un laudo internacional.

El llamado Laudo Arbitral de París, en 1899, falló a favor del Reino Unido. Guyana se independizó en 1966 de las riendas británicas.

Ante la revelación de complicidades entre los delegados británicos y el juez ruso de ese fallo, Venezuela lo denunció como “nulo e írrito” a mitad del siglo pasado y reanudó su reclamo en las Naciones Unidas.

El Acuerdo de Ginebra, en 1966, determinó que Guyana controla la zona, pero apunta que Venezuela reclama su soberanía. Para resolver la disputa, dio un plazo de cuatro años, que, 64 años luego, sigue vigente.

En las últimas dos décadas del siglo pasado, se intentó zanjar el diferendo con el mecanismo conocido como “de buenos oficios” de la ONU. Tampoco dio resultados.

El secretario general de la Naciones Unidas, Antonio Guterres, planteó en 2018 remitir la disputa a la Corte Internacional de la Justicia.

El Parlamento venezolano rechazó la idea, al considerar que no se han agotado “todos los medios de solución pacífica no jurisdiccionales” previstos en la Carta de la ONU.

El diputado De Grazzia observa “muchísimos errores” en las gestiones históricas de los gobiernos de Venezuela sobre el reclamo del Esequibo.

“Hemos dejado el territorio Esequibo sin política de Estado. Eso es sumamente grave para un país que tiene un territorio en reclamación”, argumenta.

Según el legislador, el petróleo que Guyana ha comenzado a explotar y exportar es potencialmente venezolano. Exige, por ende, activar protocolos formales de reclamo.

Riqueza «teórica»

Fuentes familiarizadas con la industria petrolera venezolana y americana, que declararon a la VOA bajo condición de anonimato, acotan que el crudo del Bloque Stabroek, de Guyana, no está ubicado dentro la zona de reclamación de Venezuela.

Ese tipo de crudo, afirman, es liviano y no representa competición para el venezolano.

“Competirá con el crudo explotado en Estados Unidos en un momento en el cual todavía nadie sabe cómo van a evolucionar los precios petroleros” durante la pandemia, dicen.

Estiman que la riqueza de Guyana, que la convertirían en la Kuwait del hemisferio occidental, es “teórica” y se verá “limitada” por la coyuntura petrolera mundial.

Recuerdan, además, que ExxonMobil, encargada del proyecto madre en Guyana, recién reportó pérdidas en su informe del primer trimestre.

La empresa estadounidense perdió 610 millones de dólares en ese período, un comportamiento jamás visto en los últimos 32 años.

Rafael Quiroz, experto petrolero, da por sentado que la contracción del mercado diferirá los proyectos en Guyana. Prevé que el FMI corrija sus proyecciones sobre el país vecino.

“Es una cuestión lógica por el estremecimiento que ha tenido el mercado petrolero mundial debido a la pandemia. Guyana no va a incursionar por este año en nada con respecto al petróleo”, se atreve a pronosticar, en conversación con la Voz de América.

Quiroz confirma que el Stabroek guyanés no es un yacimiento en zona de reclamación. Se encuentra, precisa, en el margen oriental de Guyana, en sus aguas territoriales.

El crecimiento de su PIB, opina, se concretará. Duda, sin embargo, de su estatura.

Recuerda que hay 103 países productores de petróleo y solo 52 exportadores. Guyana, anticipa, se sumará a un mundo que se tornará aún más competitivo tras la pandemia.

“Guyana llega a esa cena a ver cuál es la silla en la que va a sentarse y a ver qué va a agarrar de esa mesa petrolera, según la demanda. Se encuentra en un comedor lleno de tiburones que tienen mucho tiempo en el negocio”, ilustra.

Asunto ignorado

La oposición acusa al fallecido Hugo Chávez Frías, presidente de Venezuela entre 1999 y 2013, de haber minado gravemente las diligencias diplomáticas para recuperar el Esequibo para garantizar fidelidad y apoyo de las autoridades vecinas en los foros regionales.

De visita en Georgetown, capital guyanesa, Chávez Frías dijo en 2004: “El gobierno venezolano no será un obstáculo para cualquier proyecto a ser conducido en el Esequibo, y cuyo propósito sea beneficiar a los habitantes del área”.

El diputado De Grazzia valora que las perspectivas de recuperar el Esequibo son poco alentadoras para Venezuela, toda vez que Guyana dinamiza sus operaciones petroleras.

Venezuela también protagoniza una densa crisis política. Juan Guaidó, presidente del Parlamento, se proclamó en enero de 2019 como mandatario interino de Venezuela, al denunciar la “usurpación del poder” de Nicolás Maduro, quien aún gobierna de facto.

Maduro apenas menciona el asunto en sus alocuciones. En 2015, durante una disputa con Guyana por sus iniciativas petroleras, reivindicó la soberanía en el territorio.

“Esa tierra de la Guayana Esequiba no nos la regaló el imperio español, ni el imperio británico. Se la ganaron nuestros abuelos combatiendo en los campos de batalla. Es tierra sagrada, es venezolana”, insistió.

El gobierno interino de Guaidó tampoco lo tiene como asunto prioritario.

“Mal pudiéramos ocuparnos del tema fronterizo cuando no hemos materializado el derrocamiento de la tiranía”, concluye De Grazzia.