El céntrico estado de Miranda y el occidental de Mérida, con 88 y 51 contagios, respectivamente, fueron las otras zonas más afectadas. EFE/ Ernesto Guzmán Jr/Archivo

Ingrid Bravo Balabú

@ingridbbalabu

Incertidumbre, agotamiento, esfuerzo y dolor resumen el trabajo de los empleados del sector salud en Venezuela, quienes en medio de la pandemia por la COVID-19, lidian con la falta de insumos, problemas de infraestructura y desinversión oficial en medio de una crisis humanitaria sin precedentes.

Según cifras oficiales, y al cierre de esta edición, el chavismo manejaba menos de 1000 contagios por coronavirus por día, pero la realidad es otra. Desde hace tres semanas, hospitales y clínicas privadas superaron el límite para recibir pacientes.

Trascendió que luego de la flexibilización por el asueto de Carnavales, los casos se elevaron y, prácticamente, se habilitaron espacios para recibir a quienes presentaron síntomas del virus que tiene en vilo al mundo entero desde febrero del año pasado.

A esto se suma la opacidad latente con la vacunación. Aunque la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomendó la aplicación del protocolo en ciudadanos mayores de 60 años y personal de salud en primera línea, en el país, las dosis de la Sputnik V se destinaron a políticos del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), situación que en otro lugar del mundo habría generado una investigación por parte de las autoridades competentes.

«Si no se toman correctivos, el sistema colapsará»

La falta de camas en centros públicos es uno de los problemas más graves en la actualidad y, difícilmente, pueda resolverse a corto plazo.

La afirmación la hizo el exministro de Salud, Rafael Orihuela, quien agregó que a esto se suma el deterioro de la planta física de muchos hospitales.

«Entre 1990 y 1994 teníamos cerca de 36.000 camas en los hospitales venezolanos y hoy están disponibles cerca de 19.000, por lo tanto, hay menos capacidad de resolución (…) A esto se suma los problemas de infraestructura, dotación de insumos y migración del personal», dijo.

 

Indicó que Venezuela tiene la cifra porcentual más alta, del mundo, de decesos entre trabajadores del sector salud, esto como consecuencia de la desatención del chavismo y la politización del plan de vacunación.

A la fecha, un total de 379 trabajadores de la salud ha muerto en Venezuela por complicaciones asociadas a la COVID-19, según la ONG Médicos Unidos Venezuela.

«Las vacunas que trajeron no alcanzan para la inmunización del personal de salud, que si sumamos a médicos, enfermeras y personal obrero, puede estar entre 300.000 y 400.000. La prioridad fue dibujo libre, se la aplicaron a efectivos de la Fuerza Armada, diputados y policías», agregó.

Él también exdirector del Hospital Clínico Universitario (HCU) advirtió el colapso del sistema de salud si no se toman los correctivos necesarios.

«Hay un riesgo de mayor propagación del virus, como ya se ve en las zonas de oriente, occidente y la región metropolitana del país. Hay una total falta de tino para jerarquizar la distribución y aplicación de las vacunas, tal y como lo establece la Organización Mundial de la Salud», precisó el especialista.

«Los insumos descartables se reutilizan entre 40% y 60%»

El pediatra y presidente de la Sociedad Venezolana de Puericultura y Pediatría filial Aragua, Alejandro Crespo Freytes, puntualizó que las labores en los hospitales venezolanos tras la llegada del coronavirus «ha sido angustiante, como en el resto del mundo. Por cada persona que muere por la enfermedad, 19 quedan con problemas de salud crónicos, dificultad respiratoria, otros desarrollan problemas cardiovasculares».

Resaltó la labor del personal de salud para atender a los pacientes. «Según la Encuesta Nacional de Hospitales, en 2017, había 55% menos del personal de salud, es decir que si antes había dos enfermeras en un turno, ahora queda una; si antes había cuatro médicos por turno, quedan dos. A un año de la pandemia, el sector salud está peor, los servicios esenciales son menos».

Enfatizó que la red pública de salud se mantiene con donaciones de entes internacionales. «Organismos como Cruz Roja, la Organización Panamericana de la Salud, Unicef y ONG han suministrado buena parte de los insumos necesarios. Esto pasa porque el Estado está ausente, entregó su responsabilidad».

Añadió que entre 40% y 60% del material descartable es reutilizado para atender a los cientos de pacientes que llegan a diario con complicaciones.

Consultado sobre la vacunación del personal de salud en primera línea, instó a las autoridades a no manejarla con criterios políticos. «Tienen que escuchar y respetar la opiniones de los expertos, de la academia, de la Sociedad Venezolana de Infectología (…) No puede ser que el manejo de la pandemia esté a cargo de una abogada, de un poeta», apuntó.

«La vacunación tiene que hacerse con criterios de humanidad, justicia, sin sesgo político. Se tiene que permitir el ingreso de esas 12 millones de vacunas y proceder a vacunar a 112.000 personas por día, pero el Estado no tiene capacidad para eso, razón por la cual requeriría apoyo de ONG y ayuda de entes internacionales», explicó.

El especialista recordó que la prueba ideal para descartar o confirmar los casos de COVID-19 es la PCR, «no esas pruebas rápidas, que cuando dan positivo, el paciente llega tarde al diagnóstico. A un año de la llegada del virus al país no hay equipos entrenados ni se invirtió en buscadores de contacto, por eso la epidemia está fuera de control», concluyó.

«Esta es la peor crisis de salud de los últimos 30 años»

El secretario ejecutivo de Fetrasalud, Pablo Zambrano, manifestó que la COVID-19 encontró un sistema de salud vulnerable. «Lo poco que hay en los hospitales llega de organismos internacionales y nunca es suficiente. No contamos con equipos de limpieza, esto es necesario para garantizar la asepsia, los ascensores no funcionan, la mayoría de los hospitales tienen problemas graves en el suministro de agua. Esta es la peor crisis de salud en los últimos 30 años en Venezuela», aseguró.

El delegado sindical añadió que buena parte del personal es remunerado con un salario inferior a un dólar mensual, ingreso insuficiente para costear gastos de alimentación y traslado.

«En enero de 2020 se fueron 800 trabajadores del Hospital Clínico Universitario, esto sin contar quienes abandonar el cargo. Nadie puede sobrevivir con ese salario y a esto hay que sumar el riesgo de contraer el virus, la falta de efectivo para pagar el pasaje. Tenemos casos de trabajadores que cambian productos de la caja del CLAP por dinero para venir a sus puestos de trabajo. Este es el nivel de compromiso del sector salud»,expresó.

Astrazeneca en veremos

Un acuerdo entre el chavismo y la oposición liderada por Juan Guaidó logró la tramitación de 12 millones de vacunas a través del mecanismo de Covax, de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Las dosis a suministrar serían Astrazeneca, pero la administración de Nicolás Maduro rechazó el envío y alegó que no son «seguras para la población», esto por la suspensión de su uso en varios países de Europa tras conocerse algunos casos de tromboembolismo.

En Venezuela se aplica la vacuna Sputnik V, de fabricación rusa y Sinopharm, elaborada en China. A estas se sumarán los productos Abdala y Soberana 02, de Cuba, y que están en fase experimental. Arribarán a Venezuela en abril.