Foto: SuNoticiero.

Me imagino que todos ustedes, al igual que yo, saben que el único gordo vestido de rojo en Venezuela, no es Santa Claus o San Nicolás. Es Nicolás.

En verdad, ni gracioso es el comentario. Lo confieso. Ni siquiera hay forma de hacer un poco de sarcasmo con el acontecer de nuestro país. Cada vez es más difícil hacer humor.

Como les decía -porque tengo que seguir tratando- el único gordo vestido de rojo, es Nicolás y bueno… Diosdado también. Ya debe ser talla 45 de cintura, y el ministro este, y el otro ministro, y el gobernador tal y el otro también. En realidad, hay muchos gordos en Venezuela. Solo que ninguno está haciendo cola por los alimentos o medicinas. Qué curioso.

Pero el cuento no es sobre gordos. Es sobre la Navidad en Venezuela.  ¿Desde cuándo no hay una Navidad en nuestro país, en la que la gente solo esté pendiente de disfrutar con su familia?

Me viene a la mente el deslave de 1999, y de ahí en adelante pareciera que la Navidad está empavada en nuestro país. Cuando no hay sequía nos agarra la inundación. Todos los diciembres hay un atajaperros diferente. Cuando no es que nos ponen a ver la baranda del CNE por tres días, esperando los cachetes inflados de Tibisay, hablando cualquier cosa que mande a decir Nicolás, es la iguana que se comió un cable en el Guri, o una vaina que explotó en Punto Fijo, o…o…o…o. Póngale usted los diferentes “O”.

Los pocos empresarios que quedan y que todavía dicen “No vale, yo no creo” se están quedando en la carraplana. Yo no sé si llamarlos valientes o guajolotes. Me perdonan, pero, ¿a quién se le ocurre a estas alturas importar un montón de rubros para “y que” venderlos en navidades. Para empezar, ¿quién compra? Sin embargo, por allí vimos en un video pinos canadienses, en Las Mercedes. ¿Quién los compra con el dólar a cuatro mil? Hmmm…

Luego vemos una compañía como Kreisel (creo que así se escribe). Aún me acuerdo de su jingle publicitario “Si es Kreisel, es excelente”. Pues allí llegó el gordo vestido de rojo, y en vez de comprar los juguetes, como es la tradición, arrasó con todo lo que vio, y por ahí pa’ abajo arrancó sin pagar como el propio barbarazo… Y no contento con eso, tiene el tupé de declarar muy orgulloso que “ya nuestros niños tendrán sus juguetes esta Navidad”.

Los niños tendrán juguetes (robados, pero es solo un detallito tonto) pero no tendrán comida ni medicinas. No sabría decir a quién le provoca jugar con hambre o en un hospital (pero eso es otro detallito) que no viene al caso.

Me gustaría saber por qué estos gordos rojitos, no roban más bien medicinas y alimentos. Al parecer, por eso sí se puede ir preso, y si no que lo diga, el médico del hospital de Los Magallanes de Catia que ni siquiera se apropió de ellos, sino que se lo entregaron para beneficio justamente de esos niños que “tendrán juguetes este año”. El mundo al revés.

Total que si en el pasado mes de diciembre, las colas eran para agarrar todo lo que había en Daka, este año las colas son para entregar los pocos billeticos de 100 que pueda tener la gente humilde. Claro, los regordetes rojos, no tienen marrones…sino verdes. ¿Qué estarán dando en los bancos a cambio de los billetes de 100? ¿Dos billetes de 50 por cada uno? ¿Y quién dice que después no van con los billetes de 50? No valeeeee…Yo no creo.

Y como si esto fuera poco el diputado(otro rojo-rojito) Héctor Rodríguez está invitando a la “marcha en defensa de la felicidad” para este 17 de Diciembre.

¿Será que son malucos? No valeeee… Yo no creo…

Cariños y hasta la próxima.