México experimentó este miércoles el horror de la violencia armada en las aulas con el ataque a tiros de un estudiante de secundaria a su profesora y compañeros de escuela en el norte del país, saldado con cuatro heridos, tres de ellos graves, y el posterior suicido del agresor.
Sobre las 08.00 hora local (14.00 GMT) un estudiante de 15 años abrió fuego repentinamente en su clase del Colegio Americano del Noreste, ubicado en el norte de Monterrey.
El vídeo del ataque, al parecer grabado por una cámara de circuito cerrado y difundido por el diario Reforma, muestra cómo el joven agresor permanece sentado junto a la puerta, aislado de las mesas donde sus compañeros realizan tareas escolares.
Repentinamente se levanta, saca una pistola y abre fuego contra la profesora, que caminaba entre las mesas, y varios estudiantes, antes de tratar varias veces de dispararse en la cabeza.
Cuando lo logra, el resto de compañeros -hasta entonces agazapados en sus lugares- huyen despavoridos del recinto.
Aunque inicialmente las autoridades del estado de Nuevo León, cuya capital es Monterrey, hablaron de cinco heridos, entre ellos el atacante, el gobernador estatal, Jaime Rodríguez reveló en una rueda de prensa que este último «tenía muerte cerebral y ha fallecido».
De los heridos, añadió, tres están «en condiciones graves» y «en el quirófano, siendo atendidos con heridas en la cabeza», mientras que el cuarto presenta un estado «más estable».
Sobre el móvil del crimen, Rodríguez dijo que «se está investigando».
En momentos en que resuenan en el país los mensajes xenófobos del presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, contra los mexicanos, no deja de ser una paradoja que México replique esas escenas de violencia armada en las aulas que se dan con frecuencia en los centros educativos estadounidenses.
El portavoz del Grupo de Coordinación de Seguridad de Nuevo León, Aldo Fasci, explicó que el martes las autoridades mexicanas destruyeron 5.000 armas, de las cuales 3.500 procedían de ese estado norteño y fronterizo con EE.UU.
Según Fasci, todas eran estadounidense y más de 500 pertenecían a la operación «Rápido y Furioso», orquestada de forma encubierta por las autoridades de EE.UU. y que permitió el tránsito ilegal de unas 2.000 armas a México para seguir la pista a narcotraficantes.
Tras la tragedia de este miércoles, el presidente de México, Enrique Peña Nieto, afirmó en Twitter que «como padre de familia» y como gobernante le «duele mucho» lo sucedido.
«Me uno al dolor y consternación de las familias y de la comunidad escolar», agregó.
Por su parte, Rodríguez llamó a la reflexión sobre la violencia y el uso de armas en la sociedad mexicana.
Recordó que en los colegios «la educación y la convivencia deben ser la prioridad» y que «las armas de fuego son dañinas para cualquier persona, destruyen, quitan la tranquilidad y la paz».
«Hagamos que ningún niño pueda sentir atracción hacia un arma de fuego», solicitó el gobernador, curiosamente apodado el Bronco por su estilo brusco y desenfadado.
En una entrevista con Efe, el director ejecutivo de la Red por los Derechos de la Infancia (Redim), Juan Martín Pérez, afirmó que en México esta clase de incidentes «son hechos aislados (…), pero hay un alto riesgo de que se esto se use para criminalizar a los adolescentes».
«No son tan comunes estos sucesos, a diferencia de Estados Unidos. Habrá que analizar el impacto del hecho, por la cercanía de Monterrey con Estados Unidos, y porque aconteció en un colegio privado, nada menos americano, de clase media», indicó.
En mayo de 2014, un estudiante de 15 años disparó y mató a uno de sus compañeros, de 13 años, en una escuela del central Estado de México.
En 2007 un padre de familia del prestigioso colegio The Churchill School, en la Ciudad de México, asesinó a la directora del centro.
En 2001, un niño de 14 años se suicidó de un disparo en la cabeza frente a sus compañeros de clase, también en la capital.
En noviembre del pasado año, un menor de 11 años del estado norteño de Tamaulipas, uno de los más peligrosos del país, estuvo en el centro de las noticias al inventar una mochila equipada con GPS y un chaleco antibalas para protegerse contra posibles secuestros y tiroteos.
La pasada década las autoridades mexicanas implementaron los programas Escuela Segura y Mochila Segura, tanto para fomentar la convivencia pacífica como evitar el ingreso de armas en los colegios.
El primero se fusionó con otro programa durante la Administración de Enrique Peña Nieto, mientras que Mochila Segura se canceló a nivel federal, aunque varios municipios y escuelas privadas siguen aplicándolo.