TEXTO: DW ESPAÑOL

El domingo 5 de mayo termina en Panamá una carrera presidencial marcada por diversos temas, como la migración y las denuncias de corrupción, y comienza el desafío para el vencedor, que tendrá que cumplir sus promesas y enfrentar las dificultades que apremian a la ciudadanía. Sin segunda vuelta, y con un panorama político dividido entre ocho aspirantes al máximo cargo, la dispersión de los votos hará que el trabajo del futuro Gobierno sea cualquier cosa, menos sencillo.

Los últimos sondeos muestran una ventaja del opositor José Raúl Mulino, considerado por muchos un delfín del expresidente Ricardo Martinelli, quien está impedido de competir por una condena de 10 años por blanqueo de capitales. Infodata 360, por ejemplo, pone a Mulino con un 26,1 por ciento de las preferencias, superando a Rómulo Roux, excanciller de Martinelli, que sumaría el 24,8 por ciento. Gallup, en cambio, otorga un 30 por ciento a Mulino y un 15 por ciento al socialdemócrata Ricardo Lombana.

«La ventaja que lleva Mulino básicamente está basada en la popularidad que Ricardo Martinelli tiene dentro de la ciudadanía panameña, que tiene que ver con que, cuando fue presidente, logró establecer una conexión carismática con muchos de sus seguidores, y a la vez el país tuvo un buen momento de crecimiento económico”, dice a DW Sergio García, politólogo y director interino del Centro Internacional de Estudios Políticos y Sociales (CIEPS)