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No exagero al afirmar que existe un clamor nacional sobre la necesidad de salir del régimen destructivo instalado desde hace 18 años. Salir de Maduro y del equipo que hambrea a la ciudadanía, nos niega el derecho a la salud, educación y el libre pensamiento, se ha convertido en la prioridad para iniciar un proceso de salvación nacional. Si ya es aceptado por la inmensa mayoría que esto que vivimos se llama dictadura, debemos rechazar las reglas del juego engañosas y fraudulentas instaladas por quienes pretenden permanecer en el poder eternamente, cosa contraria a la alternabilidad que privilegia la democracia.

La convergencia en el diagnóstico nos conduce avanzar, a dar nuevos pasos para salir de la dictadura. Es necesario enfrentarla rechazando sus reglas. Por eso, y aún entendiéndose que estamos en dictadura, no se comprende que todavía hay quienes acepten la relegitimación de los partidos en condiciones infames: como la recolección de firmas solo en poblaciones escogidas por el apéndice y parcializado poder electoral del régimen, en 14 horas para que, posteriormente, sea precisamente la dictadura quien las valide o no. Allí existe una clara contradicción entre quienes como demócratas defienden la participación ciudadana, pero acogen la merma de esa participación.

En las últimas semanas, desde Rusia, España, Colombia y algunas particularidades en Venezuela se ventiló, otra vez, un diálogo entre los representantes de la tiranía y, un cada vez más pequeño sector de la oposición con gran poder mediático. Un diálogo en Venezuela, ni ha sido ni es realista. En el pasado ya fue utilizado para darle tiempo a la dictadura, mantenerla en el poder y arreciar la represión. Se nos quiere convencer de su necesidad porque -ahora sí- se acordará la realización de unas elecciones municipales y regionales, que constitucionalmente deberían haberse efectuado el año pasado, esta vez, con partidos «legalizados», escogidos por el régimen. Comicios que nada resuelven si no se sale de la raíz del problema. Además, como lo expresara claramente el Padre Luis Ugalde en reciente entrevista publicada en la web America2.1 citando un amigo comunista que le decía: «Estos se creen que vamos a entregar el poder por unas elecciones. Marxista que llega al poder jamás entrega por elecciones». Y agrega Ugalde: «No pudieron invalidar las elecciones (diciembre 6 de 2015) pero desconocen al Parlamento. Todo lo que decida es inválido».

Tenemos el deber de liberarnos y liberar a Venezuela. A ello estamos todos convocados: gremios, ONG’s académicos, estudiantes, exiliados, amas de casa, deportistas y artistas para juntos, solicitar la aplicación de la Carta Democrática Interamericana. Ya la directiva de la AN ha dicho este martes que lo hará, estamos atentos a su pronunciamiento. Además, debemos hacer valer la decisión que el parlamento adoptó el pasado 9 de enero declarando «el abandono del cargo» de Nicolás Maduro. El señor Tareck El Aissami, no puede encargarse, porque posee doble nacionalidad, impedimento constitucional para ejercer, incluso la vice-presidencia. En Venezuela no existe poder ejecutivo, las dos principales cabezas de este, están usurpando el cargo, razones más que suficientes para dar inicio a una transición que nos conduzca al rescate de la democracia secuestrada. Hagamos valer la letra de la Constitución. Actuemos basados en ella.