Los obispos venezolanos se reunieron para tratar la situación de la crisis política y humanitaria que vive en los actuales momentos el país.  Por tal razón, emitieron una declaración donde hacen un llamado al gobierno de Nicolás Maduro a cancelar el proceso de elecciones que está previsto para el 20 de Mayo y postergarlo para finales del presente año.

Además, fijaron posición sobre la dramática migración que está viviendo Venezuela, causando la desintegración familiar, la crisis humanitaria, la crisis política, entre otros puntos.

 

A continuación la declaración:

DECLARACIÓN
ANTE LA CRISIS POLITICA Y HUMANITARIA

 

1.- Como pastores urgidos por el amor de Cristo y ciudadanos de esta patria Venezuela, nos dirigimos nuevamente al pueblo católico y a los hombres y mujeres de buena voluntad para compartir nuestras preocupaciones. Comprobamos alarmados, cómo los males señalados en nuestra Exhortación Pastoral de enero de este año se han agravado: La hiperinflación ha acrecentado el empobrecimiento general de la población, con la descomposición de la calidad de vida de todos. La carencia generalizada de los servicios públicos de Luz eléctrica, agua, gas, en todo el país que hace más difícil la vida. Todo ello ante la sorprendente indiferencia de los responsables gubernamentales de estas áreas para solventar estos problemas.

2.- El Estado ve cada día más comprometido su rol sustitutivo para asegurar los insumos básicos para la subsistencia del pueblo. Todo esto se traduce en más hambre y desempleo. A ello se suma el aumento de la insalubridad por la aparición incontrolable de epidemias y de enfermedades en las poblaciones más vulnerables, con el agravante de la carencia de medicamentos para los tratamientos. Toda esta problemática está generando un gran número de protestas a lo largo y ancho de todo el país, que aunque silenciadas por los medios de comunicación, se van acrecentando.

3.- La emigración está tomando cada día mayores proporciones. Afecta a todos los niveles sociales. Se realiza en condiciones cada vez más precarias. Rompe los lazos familiares, trae consigo desolación y abandono de los mayores y de los niños. Las muertes, que ya comienzan a producirse de hermanos emigrantes, siembran mayor dolor en sus familias. Agradecemos a los países que han acogido, a través de sus organizaciones de ayuda humanitaria, a los venezolanos que se han visto obligados a salir del país. De igual forma a las instituciones eclesiales que trabajan con migrantes, a las Caritas, por la atención brindada a los hermanos venezolanos.

4.- Ante problemas humanos de tal magnitud, se deslegitima la realización de las elecciones presidenciales, convocadas para el próximo 20 de mayo. Tal como están concebidas, sin las suficientes garantías que identifican todo proceso electoral libre, confiable, transparente, con innumerables inhabilitaciones de posibles candidatos, lejos de aportar una solución a la crisis que vive el país, pueden agravarla y conducirlo a una catástrofe humanitaria sin precedentes. Por tanto, es urgente su postergación para el último trimestre del año.

5.- Hacemos nuevamente un apremiante llamado, en primer lugar a los gobernantes y responsables de la nación, a tomar conciencia de su responsabilidad en todos estos males, a escuchar al pueblo y a abocarse, sin más dilación, con la ayuda y colaboración de la empresa privada, e incluso de países hermanos, si hace falta, a controlar la hiperinflación, a facilitar la búsqueda de soluciones políticas que detengan estos males, antes de que alcancen proporciones incontrolables y cotas dolorosas de destrucción y muerte.

6.-En segundo lugar, todos los venezolanos, hemos de tomar conciencia que está en juego en estos momentos no solamente la realización de un evento comicial más o la merma transitoria de la calidad de vida de un pueblo, sino su misma existencia como nación libre, fraterna y democrática.

7.- Los creyentes en Jesucristo, vivo y resucitado tenemos la fe y la convicción de que la última palabra no la tiene ni la soledad, ni el sufrimiento ni la desesperanza que sufrimos cada uno y nuestras comunidades, sino la fuerza transformadora de la vida de Dios, en Cristo resucitado. Con la fuerza de la fe y el empuje de la esperanza, es posible asumir valientes y decididas actitudes de solidaridad y darle un rumbo distinto a esta historia de muerte. Cristo quiere nuestra conversión personal y comunitaria. Con este sólido fundamento, en Dios, siempre hemos actuado los creyentes. Allí se apoya nuestra fe en el cambio y la transformación de Venezuela y de sus habitantes.

Caracas, 23 de abril de 2018.

Con nuestra bendición.

 

Los Arzobispos y Obispos de Venezuela.