Mientras quieren convencernos que esta sociedad se ha pervertido, hay quienes rescatamos lo bueno de ella. En las peores crisis surgen los adalides o campeadores, hombres y mujeres que marcan la historia en un antes y un después.
No mató a nadie, ni siquiera un coscorrón le propinó a quienes le adversaban, al contrario su verbo estaba colmado de razones: “Por favor tomen conciencia hermanos, hay hambre, nuestros niños mueren desnutridos y ustedes juraron ante Dios defenderlos”. Ante la violencia no clamaba por su vida, sino por la de sus compañeros, civiles y hasta por quienes, más tarde le asesinarían: “Podemos hacer historia Mayor… yo no tenía necesidad de hacer esto, pero lo hice por el pueblo, por usted, por los funcionarios, por cambiar estas circunstancias… ¿hasta cuándo los políticos nos engañan?… si ustedes se unen a nosotros en este momento ¿qué pasaría?…
El país se paralizó y las redes sociales se congestionaban cada segundo más y más. Para algunos era un show, para otros que creemos en las herramientas que nos brindan los adelantos tecnológicos, era la manera moderna de documentar en vivo y directo lo que terminaría siendo un ajusticiamiento extrajudicial, la aplicación de la pena de muerte prohibida por la leyes y la constitución, pero ordenada por quienes solo pueden mantenerse en el poder a través de la violencia.
Ahora tratan de desdibujarlo y lanzar sobre su historia limpia, con 16 años de carrera policial decorosa, el calificativo de terrorista. Es que esa es la típica conducta de quienes señalan a otros de lo que ellos son. Así son las revoluciones y los comunistas, expertos en guerra sicológica. Siempre tratando de confundir y quebrar la moral de toda una sociedad, infringiendo temor para que a nadie más se le ocurra copiar el ejemplo de rebelarse ante la injusticia. Pero la verdad es que ya nadie les cree a esos quienes usurpan el poder. El repudio crece y “de esto hay que salir” es la frase que se escucha en cada esquina, cada cola, cada hogar, iglesia, reunión, aula y hospital. ¡La indignación puede más que el miedo! porque la violencia no organiza a los pueblos, los exacerba hasta que se liberan como tanta veces ha sucedido a través de la historia
Este 15 de enero al tiempo que asesinaron a venezolanos con ideales de justicia germinaba un símbolo de libertad y honorabilidad. Nunca tuvo poder, jamás alzó la voz, a nadie amenazó, no ofrecía vendettas ni cargos, pero su rostro y mensajes le da la vuelta al mundo, mandatarios hablan de él, artistas le dibujan, periodistas escriben su historia y músicos y folcloristas componen sobre él: “El que voló el helicóptero para levantar el honor/ hijo de Venezuela, el que defendió el derecho de nuestra constitución/ Tremendo profesional de la cabeza al talón al demostrar sus hazañas sin dar a nadie de baja en tremenda operación/ y luego de la traición enseguida lo rodearon y entrando en conversación/ ya en rendición dijo que todo lo que hizo fue por su pueblo y su honor/ pero dieron una orden de muerte, esa fue la decisión/ pero veremos crecer los frutos por un futuro mejor/ joven patriota y honor.