La propuesta incluye la renovación de los poderes Ejecutivo y Legislativo. El chavismo se radicaliza y mueve sus piezas para impedir, por cualquier vía, el llamado a comicios. El polémico Tareck El Aissami entra en escena
El año 2017 inició movido en Venezuela. La oposición logró la juramentación de una nueva junta directiva en la Asamblea Nacional (AN) y el oficialismo anunció un cambio en el Tren Ministerial. La crisis política no deja de profundizarse en un país que lidia con inestabilidad social y económica.
La Mesa de la Unidad Democrática (MUD) se mantiene firme en su decisión de lograr una salida pacífica que permita la renovación en la presidencia de la República, a pesar de que Nicolás Maduro está facultado para entregar el mandato el 10 de enero de 2019.
Los adversarios del chavismo lanzan una nueva propuesta: elecciones generales en las que incluso podrían medirse los actuales diputados junto con el jefe del Estado.
El máximo representante del Legislativo, Julio Borges, fue enfático durante su discurso en el seno de la cámara: “El pueblo venezolano es el dueño de la democracia y tiene derecho a votar y decidir su futuro”, dijo.
Cualquier camino que conduzca a la celebración de comicios es obstaculizado por el gobierno y secundado por los poderes Judicial y Electoral. A pesar del esfuerzo que conllevó la tramitación del referendo revocatorio en contra de Maduro, el mecanismo fue sepultado por el máximo tribunal del país.
Todos los estudios de opinión revelan el dramático descenso en la popularidad de la denominada “revolución bolivariana”. Sectores populares y zonas de clase media, al unísono, abogan por elecciones. Es un sentimiento nacional que genera escozor en el Ejecutivo.
El sinsabor que dejó no poder votar para decidir si Maduro debía permanecer o no en funciones sigue vigente, por ello, la coalición intenta recuperar el capital político perdido en las infructuosas reuniones de la mesa de diálogo y otras decisiones no atinadas que lejos de permitir una vía para la recomposición del país terminó de suministrar oxígeno a los herederos del proyecto de Hugo Chávez.
“La AN debe hilar muy fino”
En política no todo está dicho o escrito. En la oposición venezolana diferentes factores han imposibilitado el consenso a la hora de tomar decisiones y por ello se han retrasado acciones contundentes para avanzar hacia la consolidación de los objetivos.
El politólogo Piero Trepiccione considera que 2017 podría traer consigo el aceleramiento del “ritmo político para que vaya de la mano con el social”.
A su juicio, la decisión del Parlamento de decretar el abandono del cargo de Maduro tras considerarlo responsable de los principales problemas que afectan a la población busca la recuperación del rol protagónico del Legislativo. “Este semestre la AN tendrá que hilar muy fino, conducirse mejor estratégicamente y no dar pie a decisiones que puedan ser destrozadas por el TSJ”.
Cree que la iniciativa de unas “megaelecciones” debe ser bien explicada ante la opinión pública, de manera que se produzca una conexión inmediata con el electorado. “Esta debe ser una petición exclusiva, la oposición no debe dispersarse en otros temas. Será exitosa en la medida que la opinión pública y el tiempo social vayan de la mano”.
A esto agrega la necesidad de definir objetivos estratégicos viables. “La oposición tiene que mejorar su coordinación política, redefinir las estrategias. El año pasado se vio una multiplicidad en la vocería que afectó el mensaje. Este no es el momento de promover candidaturas presidenciales sino de mejorar los lineamientos de comunicación para informar adecuadamente”, sentencia.
Enroques tradicionales
El gobierno sabe que crece el descontento y ante eso su decisión es radicalizarse mucho más. La designación de Tareck El Aissami -exgobernador de Aragua- como vicepresidente de la República y quien completaría el período de Maduro si este fuese separado del cargo busca intimidar a la oposición.
No solo El Aissami regresa al Ejecutivo. El exministro y gobernador de Barinas para el momento de su retorno al Gabinete, Adán Chávez, fungirá como ministro de Cultura. Los cambios recientes de Maduro concentran rostros ya conocidos por el país. No hubo sorpresas.
La analista político Carmen Beatriz Fernández revisa la designación y asevera que detrás de ello existiría el interés del oficialismo de no sacrificar a Chávez y a El Aissami en los comicios regionales previstos para este año.
“Estos dos ministros, antes gobernadores, fueron salvados de una debacle electoral. Ni Chávez ni El Aissami quieren sacrificarse. El caso de este último su incorporación como vicepresidente es un desestimulo a la oposición, Maduro busca proteger su puesto y recurre al funcionario más desacreditado”.
Respecto a la conformación del “Comando antigolpe” detalla que Maduro aplica la máxima del filósofo y escritor italiano Nicolás Maquiavelo al “tener a los enemigos cerca” e impedir que estos puedan conspirar para sacarlo de Miraflores.
De momento, El Aissami mueve sus piezas y se perfila como el vicepresidente más controversial en los últimos 18 años. El temor de ONG y actores políticos es que recrudezca la persecución contra la disidencia y aumente el número de presos de conciencia.