Tuvieron que pasar 108 años antes que los Cachorros de Chicago llegaron a su gran sueño y objetivo de conquistar la corona de la Serie Mundial y esta vez lo lograron por la puerta grande.
Nada menos que tras remontar una desventaja de 1-3 en la serie al mejor de siete que disputaron ante los Indios de Cleveland y los dos últimos triunfos conseguidos de visitantes.
Todo una gesta deportiva que se enmarcó en la épica y también reflejó el sinónimo de sufrimiento al que los Cachorros tenían acostumbrados a sus seguidores.
El relevista zurdo Mike Montgomery retiró al emergente dominicano Michael Martínez para el último out con un corredor en base en el décimo episodio del Séptimo Partido, entrada la madrugada del jueves.
A partir de ese momento, los Cachorros pusieron fin a la sequía más prolongada en el béisbol de las Grandes Ligas al vencer 8-7 a los Indios en 10 entradas.
Los Cachorros no salían campeones desde 1908, y lo lograron convirtiéndose en el primer equipo en superar una desventaja de 1-3 en el Clásico de Otoño con victorias como visitante en los últimos dos partidos desde los Piratas de Pittsburgh en 1979.
«Se hizo realidad. Chicago, esto es una realidad», proclamó el primera base de los Cachorros Anthony Rizzo. «Lo logramos. Somos campeones. Es algo increíble».
La Cabra Billy. Un gato negro. El aficionado Steve Bartman. Todas esas maldiciones, supersticiones y fiascos quedaron archivadas cuando el equipo de Joe Maddon no se vino abajo al hilvanar tres victorias consecutivas para completar la remontada (4-3).
«Nosotros nunca le paramos a esos mitos», declaró el venezolano Miguel Montero, el tercer receptor que emplearon los Cachorros y que acabó remolcando la carrera que al final estableció la diferencia definitiva.
El partido fue un frenesí de emociones. Aroldis Chapman y Andrew Miller, los sensacionales relevistas de ambos equipos, fueron castigados. Los tres receptores de Chicago produjeron carreras.
Pero el momento más impactante se dio en la baja del octavo cuando el jardinero central Rajai Davis bateó un jonrón de dos carreras ante el cerrador Chapman, con el que Cleveland empató 6-6 tras ir perdiendo 5-1.
En el duelo de las sequías sin campeonatos que más tiempo han perdurado en las mayores, la más prolongada terminó de una vez por todas.
El último de los Cachorros se remontaba a 1908, obtenido 13 días después que se completara la entrega del primer Ford Modelo T.
Todo lo contrario para el rival, porque la agonía de Cleveland persiste, añadiendo otro doloroso capítulo.
Los Indios, el equipo que en 1997 no supo preservar la ventaja en el noveno episodio de un Séptimo Partido con los Marlins de Florida, no se coronan desde 1948.
Tres veces dispusieron de la oportunidad para liquidar a los Cachorros, pero los dirigidos por Terry Francona no supieron dar el golpe de gracia, algo que difícilmente olvidarán pronto.
«Esto va a doler por un buen tiempo. Duelo porque es algo que tomamos a pecho, pero ellos (los jugadores) pueden irse con la cabeza en alto porque lo dejaron todo en el terreno», destacó Francona.
Fue otra noche histórica que se vivió en el estadio Progressive Field de Cleveland, al que llegaron miles de seguidores de Chicago, eufóricos de principio a fin, a pesar que les tocó pagar hasta 10.000 dólares por entradas que en el mercado normal valían 1.600.
Eternos perdedores durante más de un siglo, los Cachorros estuvieron a punto de arruinar otra oportunidad, luego que el cubano desperdiciara una ventaja de tres carreras con dos «outs», cuando Davis conectó su jonrón por el jardín izquierdo.
Chicago volvía al suspense, pero volvieron decididos tras el atraso por lluvia. Los imparables de los veteranos Zobrist, quien el año pasado ganó el campeonato como integrante de los Reales de Kansas City, y Montero, determinaron el curso final de una campaña en la que lideraron las mayores con 103 victorias.
Zobrist se hizo merecedor a ser el ganador del premio de Jugador Más Valioso (MVP).
El polivalente jugador fue una de las adquisiciones que logró Theo Epstein, presidente de operaciones de los Cachorros, para darle forma al proceso de reconstrucción que inicio en 2011 y en el que tuvo que asimilar temporadas con más de 100 derrotas.
Se trata de la segunda maldición que Epstein exorciza. Primero fue la del Bambino con los Medias Rojas de Boston, y ahora la de la Cabra Billy.
Pese a su marcha avasalladora en la temporada regular, Chicago tuvo que mostrar temple cuando se vio exigido en la fase final de la Liga Nacional.
Primero eliminaron a los Gigantes de San Francisco, sentenciando con una remontada en el noveno episodio del Cuarto Partido, para luego dejar en el camino a los Dodgers de Los Ángeles, en una Serie de Campeonato en la que ganaron los tres últimos juegos tras quedar abajo 2-1.
La historia se repitió ante los Indios y los Cachorros, un siglo después, en el XXI, lograron ser campeones de la Serie Mundial.