VOA

El poder de las pandillas en El Salvador es un fenómeno de larga data: desde hace tres décadas, el país centroamericano ha visto cómo la Mara Salvatrucha (MS) y el Barrio 18 han reforzado su dominio pasando de ser grupos callejeros con operaciones en Los Ángeles, Estados Unidos, a convertirse, una de ellas, en organización criminal transnacional.

Pero fue en El Salvador donde ambas pandillas encontraron arraigo luego de ser deportados desde Estados Unidos hace 25 años. Fue entonces cuando decidieron expandir su estilo gansteril en el país centroamericano: los tatuajes, el vestuario y el lenguaje fueron algunas de las características que les hicieron ganar adeptos, unos 118.000 asegura actualmente el gobierno de El Salvador.

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