El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, se vio de frente a una realidad que afecta al país, pues en una transmisión televisiva se le fue solicitado una ayuda para un niño con desnutrición, que según datos manejados en Cáritas de Venezuela, ronda el 15%.
La desnutrición, un mal silencioso no es tan fácilmente corregible, al principio, y podría tomarle al país hasta una generación completa para resolver los daños cognitivos y fisiológicos, sobre todo en poblaciones tan vulnerables como la infantil, de acuerdo con la nutricionista de la Fundación Bengoa, Marianella Herrera.
Actualmente, las personas de bajos recursos esperan con ansias las afamadas cajas ofrecidas Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP), pues es la única manera que tienen de comer, ante la escasez y los altos costos de los productos.
A su vez, en cifras mostradas en el Parlamento, el diputado Carlos Paparoni aseguró que en lo que va de 2017 han contabilizado 27 niños que han muerto de hambre.
Reseña El Nacional, que la desnutrición podría potenciar aún más el aumento de la mortalidad infantil. En un arqueo digital de informaciones nacionales y regionales de muertes por desnutrición, saltan a la vista, al menos, 9 fallecimientos de niños menores de un año: uno, en Zulia, en Aragua, en Monagas y en Trujillo, y cuatro, en Bolívar.
La Encuesta Condiciones de Vida 2016 halló que 93% de los hogares venezolanos no tiene dinero para comprar sus alimentos, y en la Encuesta Nacional de Hospitales encontraron que solo 1,3% de los centros de salud tenía buen inventario de fórmulas lácteas, mientras en 64% no tenía ninguna para dar a los bebés que allí atienden.
“Lo que ya se registra es la muerte de niños debido al hambre. Cuando la alimentación y la salud se afectan al mismo tiempo, la mortalidad aumenta exponencialmente. Hasta ahora la crisis de salud la hemos estado financiando con el sobrepeso que teníamos, era una chequera, pero ya no la tenemos”, advierte la nutricionista de Cáritas, Susana Raffalli.