Por: GANA
@Venezuela_Gana
Cada vez se hace más evidente que el régimen de Nicolás Maduro –con el apoyo del narcotráfico, el G2 cubano y el Foro de Sao Paulo– está dirigiendo una operación paramilitar para derrocar al gobierno legítimo del presidente Lenin Moreno. La maniobra cuenta con la cooperación el expresidente Rafael Correa y sus aliados dentro de Ecuador.
El propio presidente Lenin Moreno denunció la operación y señaló por nombre y apellido al sátrapa venezolano. En respuesta, siete países latinoamericanos, entre ellos Argentina, Brasil y Colombia, rechazaron “toda acción encaminada a desestabilizar nuestras democracias por parte del régimen de Nicolás Maduro y de los que buscan extender los lineamientos de su nefasta obra de gobierno a los países democráticos de la región”, indicaron en un comunicado divulgado en Bogotá por la cancillería colombiana.
Sin embargo, no es suficiente rechazar verbalmente la injerencia de Maduro en el Ecuador. Dado que el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca, TIAR, fue activado a finales de septiembre por los cancilleres latinoamericanos reunidos en Nueva York, urge llevar a cabo acciones amparadas en el artículo 3, numeral 1, de dicho Tratado.
El artículo 3,1 establece que “Las Altas Partes Contratantes convienen en que un ataque armado por parte de cualquier Estado contra un Estado Americano, será considerado como un ataque contra todos los Estados Americanos, y en consecuencia, cada una de dichas Partes Contratantes se compromete a ayudar a hacer frente al ataque, en ejercicio del derecho inmanente de legítima defensa individual o colectiva que reconoce el Artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas”.
No hay duda de que lo que ocurre actualmente en Ecuador es un ataque armado por parte del régimen venezolano, aunque dicho ataque esté enmascarado bajo la figura de una rebelión interna.
Esta injerencia se da en el marco de un proceso de desestabilización en el Perú y unas elecciones en Bolivia, Argentina y Colombia, donde el Foro de Sao Paulo pretende retomar el poder a como dé lugar, para lo cual le sería conveniente un triunfo de sus fuerzas subversivas en el Ecuador.
Frente a un ataque regional, orquestado por una organización regional, como lo es el Foro de Sao Paulo, hace falta una respuesta de la misma magnitud, de alcance igualmente regional. Las fuerzas democráticas de América deben unirse para enfrentar esta grave amenaza.