Unos 2.000 migrantes irregulares ingresaron a Panamá en las últimas dos semanas atravesando la peligrosa selva de Darién, la frontera natural entre el país y Colombia, informaron este jueves las autoridades, quienes advirtieron de que hay un «aumento considerable y repentino» de este flujo migratorio.
Los migrantes son «extracontinentales y haitianos» y hay «familias enteras con mujeres embarazadas y niños que arriesgan la vida al caminar por la boscosa selva por más de 10 horas», explica un comunicado del ministerio de Seguridad.
«En lo que va de este año, y con la apertura de las fronteras, ha habido un aumento de los inmigrantes que vienen del sur del continente», dijo el ministro de Seguridad Pública, Juan Manuel Pino.
Pino se encontraba en la provincia de Darién junto con la viceministra de Salud, Ivette Berrío, y el director del Servicio Nacional de Fronteras (Senafront), Oriel Ortega, evaluando la situación, después de que el miércoles por la noche arribaran 442 migrantes.
Según el ministro, «llegaron 442 inmigrantes a Bajo Chiquito», la primera parada en Panamá tras cruzar Darién, una de las rutas de migratorias más peligrosas del mundo, no solo por sus características propias de una selva tropical sino porque allí colindan grupos del crimen organizado como narcotraficantes y guerrillas.
Desde que comenzó el año, unos 7.000 migrantes han pasado por Panamá provenientes de Suramérica y actualmente hay 3.400, señaló Pino, quien atribuyó «este aumento considerable y repentino» a la apertura de fronteras.
Este lunes, Unicef también advirtió de que el paso de menores por la inhóspita selva de Darién se ha disparado en los últimos años, pues desde 2017 el número de niños, niñas y adolescentes se multiplicó por 15.
Pino aseguró que Panamá mantendrá un «flujo controlado de migrantes que llegan al país por la selva del Darién» y les brindará atención con un «trato digno» en «respeto a los convenios y tratados internacionales de derechos humanos».
“Vamos a darle el trato que corresponde, como siempre lo hemos hecho en la pandemia, respetando los derechos humanos de los migrantes, mantener el flujo controlado sin que ingresen a las poblaciones panameñas para evitar cualquier tipo de contagio”, señaló.
La Corte Interamericana de Derechos Humanos (CorteIDH) ya pidió a Panamá resolver los problemas de hacinamiento que hay en la estación migratoria de Darién, y que aumentan el riesgo de contagio de covid-19, tras ello las autoridades construyeron una nueva en San Vicente, ubicado en la misma área.
Cada año miles de migrantes irregulares de Haití, Cuba, África y Asia, movidos por traficantes de personas, llegan a Panamá procedentes de Suramérica y con destino a Estados Unidos para mejorar sus condiciones de vida, en un flujo que ha generado crisis humanitarias en el istmo centroamericano en los últimos años.