Panamá, 9 mar (EFE).- «Nos tenemos que poner la vacuna y confiar en ella, no nos queda otra», afirmó a Efe la enfermera Yolanda Ngichingkee mientras colocaba una dosis del fármaco en el refrigerapanamá, dor que guarda la «esperanza» de Panamá, que este martes cumple un año en pandemia con casi 6.000 muertos y un derrumbe económico sin igual en décadas.
Ngichingkee lleva desde la semana pasada vacunando contra la covid a adultos mayores de 60 años, discapacitados y pacientes con enfermedades crónicas en una escuela pública en San Miguelito, uno de los distritos más afectados por la enfermedad y situado en el área metropolitana .
«La mayoría viene con mucha esperanza, otros un poco nerviosos, porque esto va a terminar con la pandemia. Pero todos se van felices», añade Ngichingkee.
DERRUMBE ECONÓMICO
En Panamá, con 4,2 millones de habitantes, muchos entienden que la vacuna es la única vía para recuperar la economía del país, abatido por los confinamientos, el cierre de comercios y de escuelas, este último el más largo de Latinoamérica.
Las medidas para frenar el avance del nuevo coronavirus en Panamá, que llegó a colocarse como el país con la mayor tasa de incidencia en América, fueron acatadas a lo largo del año entre quejas por una población empobrecida, en la que las familias más afectadas reciben un subsidio estatal de 120 dólares mensuales, una cantidad pírrica según analistas y economistas.
En ese contexto se registró el monumental desplome del 17,9 % del Productor Interior Bruto (PIB) en el 2020, el desempleo trepó del 7,1 % al 18,5 %, la informalidad del 45 % al 52,8 %, y el país sufrió una baja en su calificación de riesgo, lo que hecho sonar las alarmas en la banca.
EL SISTEMA DE SALUD Y LA TRAZABILIDAD
Las autoridades de Salud han destacado el proceso de detección de la covid: «iniciamos aplicando 1.500 pruebas (diarias), hoy día llevamos casi dos millones» acumuladas, dijo el jefe nacional de Epidemiología del Ministerio de Salud (Minsa), Leonardo Labrador.
La Organización Panamericana de la Salud (OPS) ha sostenido que Panamá, con más casos confirmados de la enfermedad en Centroamérica, ha destacado como uno de los países que más pruebas aplica por cada 100.000 habitantes en el continente.
El doctor Julio Sandoval, ex asesor en materia de covid del Minsa, destacó que la pandemia llegó a un Panamá con «sistema de salud frágil» pero que fue capaz de «en un año habilitar salas de cuidados intensivo y sitios de atención» para pacientes con la enfermedad
«Tuvimos pruebas de diagnósticos muy rápido y tuvimos acceso a la vacuna en año. Yo pondero el balance como bueno», afirmó el especialista en medicina crítica.
LA VACUNACIÓN
Panamá, que llega a un año de pandemia con 345.236 contagios y 5.934 muertes, inició el pasado 20 de enero el proceso de vacunación, que está dividido en cuatro fases para inmunizar a cerca de 3 millones de personas.
Se ha aplicado 211.751 dosis de vacunas Pfizer, de momento el único proveedor y que ha entregado 245.470 dosis en llegadas semanales del producto, con un retraso que obligó a suspender temporalmente el proceso de inmunización.
«Vamos a buen ritmo. A medida que van llegando las vacunas las vamos aplicando», dijo la jefa nacional de Enfermería del Minsa, Eusebia Calderón de Copete.
Panamá ha contratado, además de Pfizer, la compra del fármaco de AstraZeneca, Johnson & Johnson, negocia con Rusia para acceder a la Sputnik V y participará en el Mecanismo Covax.
La responsabilidad de este proceso de vacunación recae sobre las enfermeras. Ataviadas con su clásico uniforme de un pulcro blanco, el pelo recogido por la cofia, guantes y una bata azul, reciben a los pacientes en una de las escuelas habilitadas en San Miguelito con una visible sonrisa por encima de la mascarilla que, como muchos admitían, da paz.
«Al día suelen venir hasta 1.000 personas, ¡Pero superamos la meta y hemos tenido que pedir más vacunas!», exclama eufórica Ngichingkee por la buena aceptación que tiene la campaña.
«Después de 35 años de experiencia, no imaginé estar vacunando con una vacuna tan reciente», relata la enfermera, que ya recibió las dos dosis en la primera fase de la campaña, en la que se dio prioridad al personal médico de primer línea.