Las ventas de Daysi Araque cayeron este año. Esta mujer, que vende estampas de santos, velas, rosarios, túnicas y orquídeas, muy populares en la temporada de Semana Santa, explicó que la falta de efectivo y la inflación acabaron su negocio.
“Primera Semana Santa que pasamos así. En otros años era más venta, más multitud de gente, ahorita es lo caro que están las cosas y el efectivo que no se consigue”.
El puesto de Daysi está en una acera del centro de Caracas, muy cerca de la Basílica Santa Teresa, uno de los templos más importantes de Venezuela.
A su lado está Emilia Ochoa, también vendedora de la zona, que coincide en que las tradiciones de los feligreses – propias de estas fecha – fueron opacadas por la situación económica del país
“Precaria, han estado malísima porque no hay efectivo”
El 60% de la población venezolana es católica y comer pescado en la Semana Santa es costumbre. Pero los precios de la comida del mar están por las nubes, y será difícil cumplir con la tradición.
Para comprar un kilo de camarones o langostinos por ejemplo se necesita alrededor de 2 sueldos mínimos integrales, equivalente a 8 dólares en el mercado negro.
En un mercado de Caracas, esto dijeron algunos de los consumidores a la Voz de América
“El que come eso es que debe tener mucho real porque eso está por las nubes, hasta las sardinitas”, dijo Carmen Rondón, una feligresa.
“Muy difícil, ni las latas de atún se puede comer”, según Diana Pérez, otra feligresa.
El sacerdote Enrique Yánez ofreció algunas opciones para la penitencia cuaresmal.
“Los precios, la escasez, la precariedad ha llevado a la Iglesia a dar instrucciones de suavizar normativa de los ayunos para los católicos venezolanos, que puedan sustituir esas penitencias por obras de caridad”.