A principios de año escribí un artículo en el que me refería a que entre este año y el que viene habrá elecciones en 20 países y 450 millones de personas tendrán la oportunidad de expresarse médiate el voto. Eso evidentemente genera cambios en toda la región.
El pasado domingo Costa Rica definió su futuro inmediato, al escoger a Carlos Alvarado como su presidente.
En febrero pasado fue la primera vuelta, al principio de la contienda Fabricio Alvarado era prácticamente un desconocido, pero, la opinión consultiva emitida a inicios del mes de enero por la Corte Interamericana de Derechos Humanos favorable al matrimonio homosexual y a los derechos de la población sexualmente diversa, hizo que Fabricio Alvarado asumiera un discurso muy duro de oposición al matrimonio gay, la fecundación in vitro, el aborto, la identidad de género, así como la defensa de la familia tradicional y los «valores cristianos». Ese discurso, donde mezcló religión y política lo lanzó al estrellato, haciéndole gana la primera vuelta.
En declaraciones para algunos medios de la región, manifesté que, si bien, ese discurso le funcionó para ganar la contienda en la primera vuelta, ese mismo discurso le pondría un techo muy bajo para la segunda vuelta y, así sucedió, perdió la segunda vuelta por más de 20 puntos.
El razonamiento era simple, el discurso polarizarte, cargado de religiosidad impedía la realización de posibles alianzas. Por ejemplo, el partido de la Unidad Social Cristiana y dos partidos más de inspiración demócrata cristiana, se le hacía muy difícil compartir con un evangélico. Por otra parte, el partido de la liberación nacional de corte liberacionistas, también le quedaba cuesta arriba aliarse con un ultra conservador. La enseñanza es que, las posiciones extremas sirven para hacerse de una base electoral en el corto plazo, pero, generan muchas limitaciones a largo plazo.
Así que, los ticos resolvieron irse a la segura, con alguien a quien ya le conocían un cierto grado de experiencia. Además, Alvarado centró su mensaje en propuestas de estado más propositivas, y, sobre todo, mucho más incluyentes que las de su adversario.
El gran reto que tiene por delante Carlos Alvarado será gobernar para todos, teniendo una minoría en la Asamblea Legislativa. Así que, deberá generar las condiciones para un gran acuerdo nacional, que, no solo le permita gobernar, si no que le garantice una gran alianza para hacer una profunda reforma del sistema político, que, en esta elección demostró que está agotado y anticuado.
Felicidades a los ticos que, ejerciendo democracia, resolvieron sus diferencias.
Por otro lado, este fin de semana falleció Efraín Ríos Montt, el último dictador que quedaba vivo en Guatemala. Ríos Montt llega al poder producto de un golpe de estado y gobierna con puño de hierro durante 17 meses -marzo de 1982 a agosto de 1983-. Se le acusó de haber perpetrado más de 250 matanzas colectivas de indígenas, en las que murieron más de 25.000 personas.
Fue derrocado de la misma manera como llegó al poder, y estuvo en la actividad política como diputado al congreso desde 1994 hasta 2012, salvaguardando su retaguardia.
Bueno, la muerte del ex dictador, volvió a agitar –aún más- las aguas de la política chapina y los debates que se han suscitado en los medios y las redes sociales entre quienes defienden a Ríos Montt por haber frenado el avance del comunismo en Guatemala y, entre quienes le acusan de las matanzas; dejan ver que, además de la debilidad de las instituciones del estado, las heridas que produjo la guerra civil de 36 años, -1960 a 1996- aún continúan abiertas y, peor aún, siguen sangrantes.
Ahora ¿Por qué traigo a colación este caso? Porque Guatemala desde hace un par de años vive una gran crisis política, con una figura presidencial debilitada, instituciones estatales atrofiadas. Tal como lo había manifestado en octubre del año pasado en un artículo titulado: Guatemala ¿Banana Republic? allí describía la situación que estaban – y están- atravesando los chapines.
Quise hacer referencia a estos dos casos –Costa Rica y Guatemala- pues, es claro que los sistemas políticos en la región no están bien, y deben ser reformados.
Si el mundo avanza a pasos agigantados; si las empresas privadas se actualizan constantemente, para ser cada día más competitivos y prestar mejores servicios, ¿Cuál será la dificultad para que el estamento político tico y chapín, entienda que también debe actualizarse, modernizarse y, sobre todo, responder con prontitud y eficiencia a los requerimientos de los ciudadanos?