¿Tokio sufre una maldición con los anillos olímpicos? Ochenta años antes de la pandemia del nuevo coronavirus que pone en riesgo los Juegos de 2020, la capital japonesa ya tuvo que renunciar a celebrar la edición de 1940, que le había sido concedida.
Dos años antes de aquella cita, en 1938, fue la política expansionista japonesa en China lo que motivó que el sueño se evaporara.
Deslocalizados a Helsinki, los Juegos de 1940 finalmente no se llegaron a disputar, como una víctima colateral de la Segunda Guerra Mundial, y pasaron a la historia con el apodo ‘Missing Games’ (‘Juegos Ausentes’).
¿Es un mal presagio este precedente histórico? La situación actual presenta en todo caso algunos puntos en común con aquella del siglo pasado.
Para promocionar su candidatura, los japoneses vendieron entonces la resiliencia del pueblo nipón, que había sido víctima de un devastador sismo en 1923, explica David Goldblatt, autor de una historia de los Juegos Olímpicos.
Rápidamente se hace el paralelismo con los Juegos de 2020, que deben celebrarse nueve años después de la catástrofe nuclear de Fukushima.
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