Hasta el pasado 9 de enero, en Venezuela hemos tenido un presidente que nadie quiere, ni siquiera quienes votaron por él. Que, además, no pudo demostrar ser venezolano pero sí colombiano, por ser hijo de una colombiana. No tiene partida de nacimiento, lo que posee es una sentencia del Tribunal Supremo de Justicia ilegal, como los magistrados que la produjeron. Ilegal el tribunal por la opacidad como fueron nombrados sus integrantes por la anterior AN: a destiempo y sin cubrir los requerimientos constitucionales necesarios.
Tan grotesco es todo, que el usurpador nombró a su vez como vicepresidente a un personaje que posee doble nacionalidad, a confesión de él mismo, pero quien además está señalado y acusado internacionalmente de tener vínculos con el grupo terrorista Hezbollah, que nada tiene que ver con nuestra idiosincrasia y cultura.
El pasado lunes 9 de enero la mayoría de la AN declaró «el abandono del cargo» de Nicolás Maduro, los considerandos para tal decisión son muchos y verdaderos. Dicha declaración es un documento válido y constitucional que destituye al señor Maduro de la Primera Magistratura y que no necesita la venia de ningún otro poder distinto a la AN, como así lo expresa nuestra constitución en su artículo 233 cuando dice: «Serán faltas absolutas del Presidente o Presidenta de la República… abandono del cargo, declarado como tal por la Asamblea Nacional…»
La mayoría de los diputados cumplieron pues con el mandato de sus electores quienes votamos por ellos persuadidos de la promesa de cambio que nos ofrecieron. Muerto el tigre, no hay que tenerle miedo al cuero, como decimos en criollo, se debe materializar la decisión votada y acordada. Hay que desalojar de Miraflores a quien abandonó sus funciones proporcionando la mayor crisis humanitaria que haya vivido Venezuela. El diputado Henry Ramos Allup, al hacer uso de la palabra en tan importante sesión del parlamento expresó, palabras más, palabras menos, lo siguiente: sabemos que no va a haber elecciones antes o después del 10, él (Maduro) se va a quedar ahí. Pero nosotros no estamos haciendo aquí las cosas de inocentes. Lo estamos haciendo a conciencia porque estamos cumpliendo nuestro deber constitucional.
¿Cómo es que se va quedar ahí? ¿Es que acaso van asistir al llamado diálogo nuevamente? ¿Es que la AN no va hacer respetar su decisión soberana y constitucional? ¿Para qué sirve el parlamento entonces? Son preguntas lógicas que nos hacemos los venezolanos y no son las únicas. La asamblea no puede hacer el papel de lavatorio de Pilatos. La AN es la casa de la ley y de la representación del pueblo, de un pueblo que ha expresado de todas las formas posibles que no aguanta más la dictadura reinante y que quiere salir de ella, no morir en ella.
Un buen amigo me comentaba algo en relación al «se va quedar ahí, no va a pasar nada» que quiero compartir con usted. Decía el amigo: la dirigencia de la llamada Unidad se parece a una pecera redonda donde los peces tienen mucho tiempo dando vueltas y vueltas… se acostumbraron a las vueltas que nunca los sacará de allí. Un día, metieron en el mar la pecera, solo tenían que subir un poco y encontrarían la inmensidad del mar, de la libertad… pero los peces continuaron dando vueltas, se acostumbraron al encierro entre cristales, se creen encerrados por siempre, ahí están dando más y más vueltas sin buscar la salida.
Usted, amigo lector, al igual que yo y otros cientos de miles de venezolanos no podemos ni queremos dar más vueltas. Juntos tenemos que encontrar la salida que cada vez está más cerca. Nicolás Maduro y quienes le acompañan ni son más ni son más fuertes que un pueblo decidido a encontrar la libertad. Que la unidad de propósitos sea la que nos guíe. Como afirmó Enrique Aristeguieta Gramcko al convocarnos a marchar el próximo 23 de enero para que Maduro se vaya: «Ya la Asamblea cumplió destituyendo formalmente a Maduro de su cargo. Ahora le toca al pueblo venezolano, acompañado de las Fuerzas Armadas institucionales, hacer valer la decisión de la AN. Repetiremos la hazaña del 23 de enero de 1958, vendrá un gobierno de transición y se convocará a elecciones generales»
Amén, que así sea.