Valeria Román / INFOBAE
La variante Ómicron del coronavirus ya está en 149 países. Algunos creyeron que esa variante de preocupación era más leve que Delta, la variante que había predominado en el mundo el año pasado. Sin embargo, Ómicron puede ser también una amenaza para la vida humana, especialmente para las personas que aún no se han vacunado, las personas mayores y las personas con factores de riesgo.¿Qué tratamientos hoy son efectivos para frenar a Ómicron?
En dos años de pandemia, la investigación científica apuntó a comprender cómo el coronavirus causa la enfermedad y cuáles son los factores que favorecen los casos más graves. Se desarrollaron vacunas que son altamente efectivas y seguras para prevenir las hospitalizaciones y las muertes. También se concentraron esfuerzos en desarrollar nuevos fármacos y se analizaron otros que ya estaban disponibles para otras enfermedades y fueron reposicionados para la infección causada por el coronavirus.
“Hoy está claro que hay dos tipos de pacientes con COVID-19 principalmente a la hora de indicar tratamientos. Unos son los pacientes que evolucionan con cuadros críticos con neumonías y que requieren el tratamiento con oxígeno en el hospital. Entre el 10 y el 20% de esos pacientes está en riesgo de morir. Para esos pacientes, se indican corticoides combinados con otros medicamentos”, explicó a Infobae Ariel Izcovich, médico clínico y consultor de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) en la revisión de tratamientos para COVID-19.
Esa agencia sanitaria publicó días atrás la revisión más actualizada de la guía viviente sobre tratamientos para el COVID-19. Desde que empezó la pandemia, se evaluaron 171 opciones terapéuticas potenciales y se encontró que algunas sí tenían beneficios, otros no brindan efectos significativos, y que otros producían daños.
Dentro del grupo de tratamientos que han demostrado ser efectivos en pacientes graves, se encuentran medicamentos como los corticoides. Ya se usaba para otras enfermedades antes de la pandemia. Cuando el coronavirus se propagó por el mundo, se observó que los pacientes graves padecían una inflamación en los pulmones que podía ser fatal.
En el Reino Unido, se hizo un ensayo con la dexametazona que un medicamento barato y seguro. Se demostró que redujo las muertes en un tercio en pacientes con ventiladores y en un quinto en pacientes con oxígeno. Más adelante, se analizaron los resultados sobre el uso de dexametasona, junto con otros dos esteroides, hidrocortisona y metilprednisolona. Se concluyó que los corticoides se vinculan con una reducción de un tercio en las muertes entre los pacientes con COVID-19.
Otro medicamento para pacientes graves o críticos es el baricitinib, que es un tipo de inhibidor de la quinasa Janus (Janus kinase, JAK) desarrollado por el laboratorio Eli Lilly de los Estados Unidos. Su acción consiste en reducir la actividad del sistema inmune. Antes de la pandemia, estaba autorizado para tratar pacientes con artritis reumatoidea recientemente. El grupo de expertos de la Organización Mundial de la Salud recomendó el uso de baricitinib para los pacientes con COVID-19 grave o crítico en combinación con corticosteroides. El baricitinib reduce la inflamación al bloquear una proteína del sistema inmunológico llamada interleucina-6.
Otra opción es el tocilizumab, un medicamento que se usaba para la artritis y también bloquea la interleucina-6. Un análisis de ensayos clínicos mostró que podría reducir la mortalidad en caso de COVID-19 y se recomienda para personas con enfermedad grave por el coronavirus. “Tanto el medicamento tocilizumab como el bariticinib se deben indicar combinados con los corticoides en pacientes críticos con COVID-19. Tienen beneficios pero aún no están ampliamente disponibles”, señaló Izcovich.
En tanto, para los pacientes leves o moderados hay otros tratamientos que son los anticuerpos monoclonales. Se dan por inyecciones. Varios han demostrado ser efectivos en las primeras etapas de la enfermedad COVID-19. En los Estados Unidos, la autoridad regulatoria de medicamentos autorizó para uso de emergencia a los anticuerpos monoclonales de la empresa Regeneron en noviembre de 2020.
El tratamiento de Regeneron se desarrolló después de analizar algunos de los diversos tipos de anticuerpos producidos por personas que se recuperaron con éxito de la COVID-19 y de ratones modificados genéticamente que fueron inmunizados. Se llaman casirivimab e imdevimab. La Organización Mundial de la Salud los recomendó en setiembre pasado. Se pueden indicar en pacientes con síntomas leves o moderados, pero con un alto riesgo de requerir hospitalización por presentar alguna comorbilidad, o para aquellos pacientes graves cuyo sistema inmunológico no produce anticuerpos.
Entre otros anticuerpos monoclonales, se encuentra también el sotrovimab, que fue desarrollado por las empresas GSK y Vir Biotechnology. Está diseñado para permanecer en los pulmones para que ataque al coronavirus cuando ingrese al cuerpo. En un ensayo de fase 3 del fármaco, los investigadores descubrieron que el sotrovimab consiguió una reducción importante del riesgo de hospitalización.
El 23 de diciembre pasado, hubo una sorpresa con respecto al impacto de Ómicron. Científicos del Instituto Pasteur y del Instituto de Investigación sobre Vacunas, en colaboración con la KU Leuven, en Lovaina, Bélgica, el Hospital Regional de Orleans, el Hospital Europeo Georges Pompidou, el Inserm y el CNRS, publicaron un estudio en la revista Nature en el que advirtieron que había una “considerable” reducción del beneficio de los anticuerpos monoclonales que analizaron contra la infección por Ómicron.
Los científicos empezaron por probar nueve anticuerpos monoclonales utilizados en la práctica clínica o en desarrollo preclínico. Seis anticuerpos perdieron toda la actividad antiviral, y los otros tres fueron de 3 a 80 veces menos eficaces contra Ómicron que contra Delta. Los anticuerpos Bamlanivimab/Etesevimab, Casirivimab/Imdevimab y Regdanvimab ya no tenían ningún efecto antiviral contra Ómicron. La combinación Tixagevimab/Cilgavimab fue 80 veces menos eficaz contra Ómicron que contra Delta.
“Los estudios recientes que evaluaron los efectos de los anticuerpos monoclonales ante la infección por Ómicron se hicieron in vitro. Esos resultados generaron preocupación y quizá impacte sobre su uso en casos de personas con la infección con Ómicron”, comentó Izcovich.
Además, hay otro grupo de medicamentos contra el COVID-19 que son los antivirales. Algunos son por vía oral y otros por vía endovenosa. Al tomarlos, una persona con COVID-19 reduce la carga viral y baja el riesgo de que la infección pueda avanzar. Hasta el momento, se ha encontrado que el molnupiravir, desarrollado por la empresa MSD y el nirmatrelvir (de la empresa Pfizer) son dos antivirales que pueden ser indicados para pacientes adultos ambulatorios con enfermedad leve a moderada de aparición reciente y factores de riesgo de COVID-19 grave.
Días atrás, ante el potencial impacto de Ómicron, el doctor Mikael Dolsten, director científico y presidente de investigación de Pfizer, dijo a través de un comunicado que su antiviral se había diseñado “específicamente para que conserve su actividad frente a los coronavirus, así como frente a las variantes actuales de interés con mutaciones predominantes de la proteína de la Espiga”. De acuerdo con Izcovich, “los estudios hasta el momento sugieren que no habría reducción importante de la eficacia de los antivirales cuando se trata de la infección por Ómicron”, expresó Izcovich.
Otro antiviral es el remdesivir, desarrollado por Gilead Sciences. Está autorizado en la Argentina por la autoridad regulatoria de medicamentos, la ANMAT. Se había evaluado originalmente como un antiviral contra el ébola y la hepatitis C, pero no obtuvo buenos resultados. Se lo estudió contra el coronavirus. Al insertarse en los genes del coronavirus, el fármaco actúa sobre su replicación.
Según el laboratorio, el remdesivir se ha asociado a una reducción significativa en la mortalidad en 3 estudios presentados en el World Microbe Forum, que involucraron más de 100,000 pacientes de la vida real. Recientemente se anunciaron resultados positivos de un estudio de investigación de fase 3 que evalúa la eficacia y seguridad en curso de tres días de Remdesivir para uso intravenoso en el tratamiento de COVID-19 en pacientes no hospitalizados con riesgo alto de progresión de la enfermedad. En Canadá, se hizo un estudio – aún sujeto a revisión de pares- que sugeriría que los pacientes hospitalizados que recibieron el fármaco reducen el riesgo de requerir ventilación mecánica.