Lo admito. Cuando cerraba esta edición, aún estaba bastante triste por la eliminación de las “súper poderosas” (así bautizadas). Sí, las chamas de la selección de fútbol sub 17 que nos representaron en el Mundial de la especialidad, que se jugó en Jordania. El lunes 17 de octubre cayeron 0-3 ante Corea del Norte, una oncena, que a leguas, lucía superior.
Ese partido definía el primer finalista del evento, etapa a la que nunca han podido llegar las nuevas reinas venezolanas. Sin embargo, existía ese aire de confianza, de soñar con ganar y avanzar al “juego bonito”, el que definía el campeón. Deyna Castellanos, según FIFA la mejor jugadora del mundo para esa categoría, nos puso a “volar”, a creer que sí se podía. Contra las orientales se esfumaron las esperanzas y quedó luchar el viernes 21 de octubre por el tercer lugar ante España.
¿Qué pasó? ¿Por qué no les ganamos? ¡Tenemos a Deyna, por Dios! El técnico de la selección, el panameño Kenneth Zseremeta, aclaró más o menos el panorama. “Estamos luchando contra estructuras importantes como la de Asia y nosotros apenas estamos comenzando”.
¿La generación de oro?
Estas muchachas no tienen apoyo de ningún lado, al menos hasta ahora. Reciben las migajas que le sobran a la Federación Venezolana de Fútbol, ente que está enfocado en la mayor de hombres por un claro motivo. ¡Esa sí vende! Es tan pírrico el apoyo de la FVF para el fútbol femenino que el mismo Zseremeta dijo lo siguiente en abril de 2016.
“Me afecta mucho cuando las jugadoras llegan pidiéndome ayuda para una medicina o para comer, eso no puede ser. Necesito que el presidente de la República se haga eco”. El también arquitecto de profesión, incluso, amenazó con dejar el cargo después del Mundial de Jordania si las condiciones no mejoraban.
Mientras tanto el presidente Nicolás Maduro y sus focas vociferando apenas pueden, que el apoyo al deporte ha sido el mejor de todos los tiempos porque se está formando una generación de oro. ¿En serio?
Tanto es el apoyo a las “súper poderosas”, que durante el Mundial de Jordania, una de las jugadoras, de la cual no se supo el nombre, le manifestó a su técnico no estar 100 % concentrada porque ella estaba comiendo tres veces al día y no sabía si su familia sí.
Estas muchachas nos han demostrado que con ganas se puede, pero siempre hace falta algo más para llegar a la cúspide. Ellas simplemente piden una instalación adecuada para entrenar, mejores beneficios para su entorno familiar y así estar más tranquilas mentalmente.
Eso no es garantía de ganar todo siempre, porque eso es imposible, además en el deporte, en este caso el fútbol, no gana el que merece, gana el que mete más goles, pero estar más cerca del éxito siempre será algo real, algo alcanzable. Esas niñas dejaron todo en la cancha y ahora el mundo entero sabe muy bien quiénes son. No es solo Deyna, son todas. Son La Vinotinto femenina.