Por: Orlando Goncalves
El mundo global avanza a pasos agigantados, la tecnología lo hace aún más rápidamente. El 40% de los empleos que hoy conocemos no existirán en apenas 20 años.
El 65% de los niños que hoy empiezan la escuela, estudian materias o carreras que no existirán en 20 años. Los cambios que sufrirá el mundo en las próximas dos décadas, serán mayores a los que sucedieron en los últimos 200 años.
La robótica, la inteligencia artificial, la vida en el espacio, entre otras realidades que veremos en dos décadas, llevará a que, los líderes de los países piensen y repiensen el país que están construyendo.
El istmo de Panamá, localizado en Centro América, entre los océanos Pacífico y Atlántico, uniendo las Américas del Norte y Sur; accidente geográfico que le permitió aportar la creación del Canal que revolucionó al mundo en el siglo pasado, desde 1914. Su ampliación, sin duda, también fue una gran visión de la generación visionaria actual de panameños, que hoy sigue revolucionando el desarrollo e intercambio comercial del mundo, con el arribo y paso de enormes embarcaciones llamadas Neopanamax.
Irónicamente, el presidente Varela le tocó inaugurar la ampliación del Canal, aunque fue uno de los 21.76% de panameños que se opusieron en el referéndum y dijeron no a la ampliación en octubre del 2006. Traigo a colación este dato, pues, durante la campaña electoral que lo llevara a la presidencia de la Republica, una de sus múltiples ofertas fue hacer una constituyente para adaptarla a los tiempos modernos pero, sorprendentemente, los días pasaron y la constituyente salió de la agenda presidencial y de la mediática, también.
La constitución política panameña creada en 1972 ha sufrido reformas en 1978, 1983, 1993 y 2004. Si bien apenas ha pasado un poco más de una década, tomando en cuenta la vertiginosa velocidad a la que ha avanzado la sociedad panameña, sumado a los escándalos por los actos de corrupción de los partidos, de los políticos, y sus comercializadores, que han atomizado las instituciones, al Estado y sembrado la incertidumbre de la población, generado desconexión no solo entre los ciudadanos y los políticos, pues estos, se concentran en intereses personales y elecciones internas y de sus partidos; olvidándose de la razón de su existencia, y de las promesas importantes como la adecuación de la Constitución que tanto le prometieron al votante para garantizar las directrices que solucionen los problemas de la gente de la actual y próximas generaciones.
Evidentemente, el foco de atención de la clase política está en otro lado y pareciera que, no están pensando en el sueño de país que hay que construir para los próximos 20 años, lo que nos lleva a concluir que habrá una desconexión entre el futuro del país y su gente.
Ahora bien, esto no es un problema exclusivo de Panamá, es una situación que se presenta en casi toda nuestra Latino América y, en general en el hemisferio sur del mundo pero, no por ello, debe ser motivo de conformismo, pues Panamá tiene mucho con que cambiar y superar la realidad que vive hoy en día.
Recuerdo que vine a finales de los 80 y el país era hermoso, de ambiente lugareño y rustico, en apenas 30 años, es indiscutible que ha progresado muchísimo y, hoy además del canal y su ampliación, el país es un referente en muchas áreas como la economía, las industrias de servicios y logística, entre otras pero, sigue siendo aún un país con mucha desigualdad y pobreza social.
La clase política debe entender que son los líderes del país, en consecuencia son los llamados a llevarlo al futuro, por ello deben entender que, así como es cambiante la sociedad local y global, la política y la comunicación política también cambia, se actualiza, evoluciona a la par con la sociedad. Así que, la clase política o se actualizan y se ponen al frente de los grandes retos que tienen por delante, o serán desplazados por nuevos líderes que surjan que, si estén conectados con los ciudadanos, con sus aspiraciones y con la vertiginosa evolución de la tecnología, la educación y la mentalidad moderna de los millennial y hasta centeninials.
Panamá tiene una clase empresarial preparada y conectada con el mundo, tiene tierras y agua de excelente calidad pero, sobre todo tiene a su gente trabajadora, potencial y materia prima para ser un gran país.
Panamá une y comunica al mundo y eso, no es poca cosa pero, puede ser mucho más.
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