Panamá es, por ahora, el único país de Latinoamérica comprometido de verdad con la conservación del patrimonio cultural submarino y con la lucha contra los cazatesoros, dijo recientemente a Efe uno de los referentes mundiales del sector, el arqueólogo español Iván Negueruela.
Además de ser uno de los primeros países del mundo en ratificar la Convención sobre la Protección del Patrimonio Cultural Subacuático, adoptada por la Unesco en 2001 y en funcionamiento desde 2008, Panamá es el único país de la región que está tratando de conformar una unidad especializada que pueda hacer frente a los piratas del siglo XXI.
«Ojalá que Panamá sirva de mancha de aceite y que los demás países de la región imiten su modelo», afirmó Negueruela, que dirige desde hace más de una década el Museo Nacional de Arqueología Subacuática (Arqua), que se encuentra en la ciudad española de Cartagena (sureste).
En marzo de 2015, Panamá avisó a España de la aparición diez años atrás de un galeón español hundido cerca del archipiélago de Las Perlas, en el Pacífico, y de su posterior expolio por parte de una empresa estadounidense, con la connivencia de la administración panameña de entonces.
«Al actual Gobierno no le gustó nada lo que se hizo entonces. Al dividir el tesoro, aquella compañía norteamericana fue muy canallesca con los panameños y les entregó muy poco material y en muy mal estado. La mayoría eran monedas semidestrozadas sin ningún tipo de valor comercial», indicó el experto.
El galeón San José, construido en 1611, zarpó del puerto peruano del Callo rumbo a Panamá con un importante cargamento de oro y plata a bordo y se hundió el 17 de junio de 1631 tras rozar con un bajío.
«Quien quiera bajar a excavar un barco, necesita el permiso del ministerio de cultura del país donde se encuentra el barco y este país, a su vez, tiene que avisar al país de rigen del buque», precisó Negueruela.
El Gobierno de Juan Carlos Varela, a pesar del «mal comportamiento» de sus antecesores, quiso reconducir el compromiso de Panamá con la convención de la Unesco y solicitó ayuda a España para peritar el expolio del San José y crear una unidad de arqueólogos acuáticos, explicó Negueruela.
El español es el encargado de capacitar a una veintena de funcionarios panameños, procedentes de distintos ministerios y agencias de seguridad del país, que terminarán conformando la unidad especial de arqueología marina.
«Si conseguimos que dentro de unos años todos los países de América Latina tengan su propio centro operativo, sus propios arqueólogos y sus propias leyes que cumplan con la convención de la Unesco, vamos a ser la pesadilla de los cazatesoros», añadió el arqueólogo.
Los firmantes del tratado internacional de la Unesco, entre los que se encuentran España, Cuba, México o Francia, se comprometen a preservar el patrimonio subacuático, dando prioridad a su conservación «in situ» y rechazan la explotación comercial de los vestigios.
«El país que no firma la convención esconde algo. La clave de este tratado es que el patrimonio subacuático es patrimonio de toda la humanidad y no se puede vender», alertó Negueruela.
La Unesco estima que más de tres millones de barcos hundidos se encuentran dispersos por los océanos, además de otros vestigios arqueológicos, como el faro de Alejandría o el palacio de Cleopatra.