En respuesta al artículo del New York Times en Español, titulado «Panamá creció con los inmigrantes, pero ahora son el chivo expiatorio de la crisis», Juan Mckay, Director Ejecutivo en Asociación de Empresas de Panamá Pacífico, experto en temas de comunicaciones, con vasta experiencia en temas políticos y diplomáticos, compartió el siguiente escrito a través de su blog
Panamá empezó a crecer hace tiempo…. ¡Y sigue creciendo!
Recientemente circuló en redes sociales, un artículo de opinión publicado en la versión en español del New York Time, por el economista venezolano Miguel Ángel Santos intitulado “Panamá creció con los inmigrantes, pero ahora son el chivo expiatorio de la crisis”.
Al leerlo, me llamó la atención que un investigador de la prestigiosa Universidad de Harvard (EEUU), no se hubiera tomado el tiempo de verificar algunos de los datos que le fueron proporcionados. Por ejemplo, el período de tiempo en el cual Panamá ha venido creciendo y destacando sobre sus vecinos de la región y de gran parte del mundo. Si bien es cierto, gran parte de éste crecimiento se debió a la reversión del Canal de Panamá y el área canalera, también es cierto que se le debe al fortalecimiento de la Zona Libre de Colón, la cual nace poco después del fin de la segunda Guerra Mundial, del sistema bancario, fortalecido gracias a legislación de 1970 y la promoción de sociedades con base en legislación de 1927.
Sobre la supuesta “burbuja inmobiliaria” en Panamá se viene hablando hace mas de 10 años, sin embargo se sigue construyendo tanto para el mercado residencial como para el industrial ininterrumpidamente sin que Panamá Pacífico o las zonas francas se hayan enterado que no van a tener mercado.
Sobre la “tendencia antiinmigrante” a la que hace referencia el Dr. Santos, es parcialmente correcta, pues igualmente circulan múltiples comentarios y artículos de opinión donde se defiende la inmigración ordenada. Efectivamente, la desaceleración de le economía a nivel mundial ha impactado la panameña (la cual creció por encima de casi todas las de los otros países del continente el año pasado); igualmente se ha visto impactada ante la cantidad de cuentas sin pagar que se provocaron desde el país natal del economista, tanto hacia la Zona Libre de Colón, como a COPA, entre otras compañías, las acusaciones contra empresarios panameños en juzgados estadounidenses y el acoso provocado por algunas naciones europeas en contra del sistema fiscal panameño, por negarse a convertirse en hacer el trabajo de recaudador de impuestos que ellos sin incapaces de realizar.
El sistema educativo panameño ha logrado capacitar un significativo número de profesionales panameños, que complementado por la cantidad que estudiamos fuera del país, suplen parcialmente las necesidades de una buena parte del mercado nacional. Si el Dr. Santos se hubiera referido a la “actitud” del trabajador panameño frente a algunos extranjeros, donde vienen con un sistema diferente de cortesía y de atención a los clientes, lo más probable es que no me hubiera tomado el tiempo de redactar éstas líneas, pues hubiera tenido toda la razón. Pero no tomó en cuenta que de las escuelas oficiales y particulares (cuyo número ha ido en franco crecimiento) salen muy buenos profesionales y que han venido ocupando puestos de alta jerarquía en las mismas compañías a las que hace referencia sobre esas empresas que han coadyuvado en el crecimiento del país.
Se vuelve a equivocar el autor del artículo de opinión, pues no fue con la entrega del canal (diciembre 31 de 1999) que se inicia el crecimiento, sino desde mucho antes. El ex presidente Ernesto Pérez Balladares (1994-1999) promovió la investigación por parte del Banco Mundial, para convertir la antigua base aérea de Howard, en el emporio que se está convirtiendo la hoy llamada Panamá Pacífico. A propósito, esto se produjo mucho antes que se produjera las nuevas migraciones.
Me llama la atención que haga alusión a salarios de 50% y hasta 70% superiores a extranjeros por encima de los panameños; si así fuera, estos tendrían que trabajar solos, pues la legislación panameña no permite esta proporción; pero sería interesante conocer sus fuentes para notificarle al Ministerio de Trabajo que regula esta materia.
Debo reconocer que estoy totalmente en desacuerdo con las leyes que restringen la práctica de varias profesiones por extranjeros, por el simple hecho de no ser panameños. Siempre he sido un creyente que en la competencia está la clave de la superación y del éxito.
Me parece que igualmente le dieron información equivocada sobre las restricciones en las ingenierías y hasta en el ser profesor de universidades, una de las pocas excepciones que efectivamente hacen las leyes que restringen el ejercicio de algunas profesiones.
Desconoce el Dr. Santos la variedad de opciones de visas que permiten trabajar en Panamá y las ventajas que ofrecen en renovación de visas, las leyes de Zonas Francas, Ciudad del Saber y Panamá Pacífico, para citar sólo algunas. De todas maneras, las leyes fueron hechas para que los extranjeros compartieran su conocimiento con los panameños (pueden ver los principios en los que se basaron esas leyes) y por eso algunas no cuentan hacia la residencia permanente, como suele suceder en varios países vecinos.
Es una falta de respeto aseverar que los pilotos de COPA tuvieron que requerir la enseñanza de extranjeros; sugiero verificar las fechas de inicio de operación y de desarrollo de COPA. Al igual que en Panamá, la ausencia de pilotos se produjo en gran medida ante la alta demanda de éstos, en países del medio oriente que les ofrecían (y siguen ofreciendo) salarios muy por encima de lo que le ofrece cualquier aerolínea del continente americano.
Yo puedo asegurarle al Dr. Santos que los panameños, quienes todos somos inmigrantes en esta tierra que nos vio nacer a algunos, siempre hemos estado con los brazos abiertos para quienes hayan querido incorporarse a nuestra sociedad y no imponer la suya propia.
En nuestra historia reciente, Panamá se ha visto beneficiada de una significativa cantidad de chinos, italianos, españoles, estadounidenses, colombianos y hasta sus compatriotas han colaborado positivamente a nuestro desarrollo. No por ello quienes aquí residimos, debemos ver para otro lado y bajar la cabeza cuando se generaliza y se nos llama “monos”, “groseros”, “ignorantes” y tantos otros epítetos que al igual que a los que él hace referencia, inundan las redes sociales.
Aprecio y respeto inmensamente el aporte que diariamente hacen muchos compatriotas suyos al crecimiento y desarrollo de mi querida Panamá, donde puedo destacar, solo para mencionar algunos, los que conforman el VBC y mis amigos Adriana, Gustavo, Ángel y tantos otros que han optado por el trabajo arduo y honesto. Ellos se han incorporado a nuestra sociedad, sin embargo de la misma manera, sufren los embates y reacciones negativas, que se producen como reacción a los comentarios y comportamientos de aquellos malos compatriotas que no han querido ajustarse a su nueva vida.
Recientemente ante medidas tomadas por el Servicio Nacional de Migración en la frontera con Costa Rica, varios venezolanos comentaron en la televisión, que a pesar de ser turistas, estaban trabajando en la ciudad capital, en franca violación de varias leyes de Panamá y de cualquier lugar del mundo.
Igualmente, hago un llamado a mis compatriotas para que la tolerancia y el respeto imperen sobre todas las cosas. Hay que exigir el cumplimiento de nuestras leyes, pero no caigamos en la misma caleta que los pocos extranjeros que intentan denigrar o desconocer nuestro trabajo, honradez y dedicación. Es menester seguir creciendo, educarnos y practicar los valores cívicos y morales que nos enseñaron en la escuela. A propósito el primer libro de urbanidad con el que varios estudiaron en la escuela, fue escrito por el venezolano Manuel A. Carreño en 1853.
Tenemos mucho trabajo por delante para hacer y debemos hacerlo con las mejores personas, vengan de donde vengan, como hermanos que somos, pero con respeto, tolerancia y dignidad. Respetemos las leyes y disposiciones legales, pero igualmente veamos la desgracia humana con cara de misericordia y promovamos que las leyes se cumplan por parte de todos, incluyendo a los empresarios que prefieren abusar de un extranjero, por el simple hecho de no tener sus papeles en orden.
Igualmente, sugiero que quienes no conozcan la realidad panameña, se abstengan de emitir opiniones que no ayudan en nada a sofocar la llama de la fogata que está encendida y que debemos procurar apagar en vez de echarle una gasolina que no necesita. No permitamos que la intolerancia prevalezca sobre la razón. Seamos humanos primero y panameños después.
Sumemos en vez de restar. Extendamos una mano y ayudemos a que las cosas se hagan de la manera correcta y legal, como tantos otros que lo han hecho y que consideramos tan panameños como los que tuvimos la suerte de nacer en este bello país.
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