La cantante venezolana Mariana Rengifo divide su carrera artística entre la producción de eventos culturales y su vocación de vida: la música
Tenía cuatro años de edad cuando su papá le regaló un cuatro tan pequeño como ella. Más tarde aprendió a tocar la mandolina. A los quince años dictó sus primeras clases de educación musical, pero al llegar a la universidad, Mariana Rengifo eligió estudiar ingeniería industrial.
El día de su graduación, recuerda, se tomó la fotografía de rigor con toga y birrete y tomó un avión de Valencia a Puerto La Cruz para cantar en un concierto que se llevaría a cabo esa misma noche. En aquel entonces era la vocalista de la banda de pop rock Mochuelo que saltó a la palestra musical luego de ganar el Festival Nuevas Bandas, en 2005. Rengifo apenas rozaba la mayoría de edad y su carrera como cantante comenzaba con buen pie.
Mochuelo sonó insistentemente en las radios venezolanas, editó dos discos y logró posicionar varios temas en las carteleras musicales más importantes del país, pero la banda se disolvió. “Fuimos parte del soundtrack de una generación. Todavía hay mucha gente que me escribe para decirme que aun escuchan las canciones de Mochuelo. Luego del segundo álbum fue muy difícil mantener la agrupación. Intentamos lanzar un tercero de manera independiente pero no fue posible. Ahora todos vivimos fuera de Venezuela”, cuenta Rengifo, quien llegó a Panamá hace casi un año.
Además de ser vocalista de Mochuelo, también fue dueña del local Teatro Bar, ubicado en Valencia, su tierra natal. Allí aplicó parte de los conocimientos que obtuvo en la universidad, cuando estudió ingeniería industrial, y aprendió sobre la producción de eventos culturales, no solo organizando conciertos en el bar, sino también trabajando de la mano con la fundación Nuevas Bandas y Guataca Producciones. Tampoco ha dejado de cantar.
De un género al otro
Rengifo fue sin duda una de las figuras femeninas más representativas de la escena pop rock de los años dos mil, en Venezuela. Pero si hay algo que la define es su capacidad de romper estereotipos y sacudirse las etiquetas. Fue así como saltó de un género a otro. Cambió los pantalones anchos y las pulseras negras con púas, por un vestido ajustado y un look retro que rememora los años treinta. Del pop rock pasó a cantar jazz blues. De Mariana Rengifo cambió su nombre a Marianne Malí.
Su alter ego posa de manera sugerente en las redes sociales, al mejor estilo de Marilyn Monroe o Dita Von Teese. “Quise crear este personaje, visualmente atractivo, para llegarle con mi música a la gente y lograr que escucharan jazz, siempre me gustó ese género, lo escuchaba desde pequeña”, explica Rengifo.
Marianne Malí se dio a conocer en diversas presentaciones en Venezuela y ahora se abre paso en Panamá. Blues Live Sexyon Vol.1 es su primer álbum. Próximamente saldrá el Vol.2. Todas las canciones son de la autoría de Rengifo, apartando algunas versiones de clásicos del jazz que incluyó en el disco. En cada tema procura recrear una situación con la cual el público se sienta identificado.
Desde que llegó a Panamá, la artista retomó la producción de eventos culturales con el ciclo de conciertos de Guataca, una asociación sin fines de lucro que promueve la música tradicional venezolana y se ha expandido a países como España y Estados Unidos. “En Panamá nos dimos cuenta de que son pocos los espacios para la cultura. No solo difundimos nuestra música, también damos a conocer a los artistas locales”. Rengifo cree en el poder de la música para transformar la vida de las personas. “Panamá es un país abierto para ello, aquí confluyen muchas culturas y nos han hecho sentir como en casa”, dijo con una sonrisa.
En pocas palabras:
Un lugar: New Orleans.
Un plato de comida: Risotto.
Un grupo musical: Radiohead.
Un libro: El Perfume de Patrick Süskind.
Una frase: Toda acción tiene una reacción, inspirada en la tercera Ley de Newton.
Una película: El joven manos de tijera.