El 8 de diciembre, Día de la Madre en Panamá, también festejan las mamás extranjeras que decidieron tener sus hijos en el Istmo
Llévame al “zurra zurra”, le dijo Cristóbal, de cuatro años de edad a su mamá. La cara de Cristina Gil fue de asombro. Jamás pensó que así se llamaba el popular tobogán de su niñez. Gil, como muchas otras madres venezolanas que decidieron residenciarse en el Istmo, tuvo a sus hijos en Panamá.
“Panamá nos abrió las puertas y aquí pensamos hacer una familia”, responde María Alejandra Medina cuando se le pregunta por su decisión. Medina, por momentos, siente algo de nostalgia porque su pequeño Sebastián no crece con la cultura de su Venezuela tal como ella la vivió, pero admira el cariño que su hijo profesa a su país de nacimiento, Panamá.
“Eso fue lo que nos deparó el destino y estoy feliz de que él ame su país y además, que lo defienda”. Nueva cultura, nuevas maneras de criar a los niños, todo eso deben adoptar las madres venezolanas que decidieron tener sus retoños en tierras lejanas a su patria.
“Mis hijos son panameños puros, pero no por eso les dejo hablar de mi natal Cumaná o de Venezuela. Es algo muy lindo que ellos crezcan adorando su nueva cultura y raíces”, expresó María Esther de Spinali.
María Alejandra Medina
Mamá y directora de Farma Ayuda PTY. María Alejandra Medina tiene dos hijos, ambos nacidos en Panamá. Sebastián de cuatro años de edad y Martín de un año. El mayor está arraigado al Istmo.
“Para él este país es lo máximo, no existe algo más bello que su patria y la defiende. Lo hemos llevado varias veces a Venezuela y le explicamos, a Sebastián por ser el mayor, que de allá venimos nosotros, pero sin obligarlo a que cambie su manera de pensar”.
Recientemente se celebraron las fechas patrias en Panamá y Sebastián vistió por primera vez su traje típico. Cutarras, camisa y sombrero. Se sentía orgulloso y no dejaba de mostrarlo a sus familiares. “Sentí un poco de nostalgia porque no conoce el traje de Venezuela, pero a la vez me sentí dichosa porque así como yo amo a mi patria, él quiere la suya”.
Sus dos hijos usan palabras típicas venezolanas, sin embargo, María Alejandra confiesa que hablan “full panameño”. “No saben qué significa patilla o parchita y por lo menos Sebastián tiene un acento muy marcado. Yo no me voy a oponer a eso, ellos van a crecer hablando distinto y eso también me enorgullece”.
María Esther de Spinali
De Cumaná, esta odontólogo de profesión es la mamá de dos varones muy orgullosos de ser panameños. Alonso, de seis años de edad y Alessandro de dos años. “Alonso es muy nacionalista y defiende este país como nosotros el nuestro. Desde pequeño se ha identificado bastante y ayuda también que sus amigos, la mayoría, también son panameños”.
Alessandro apenas comienza a hablar, pero sigue los mismos pasos de su hermano. María Esther defiende a capa y espada que ellos aprendan de su cultura, a pesar de que no son las mismas de ella, al menos no las que tuvo cuando niña. “Cuando juegan fútbol dicen ‘le hice un cañita’ que es para nosotros un túnel, otra que usa mucho es ‘chuleta’, entre otras”.
Si bien María Esther, quiere que sus hijos amen y respeten a Panamá, el país que los vio nacer, también que espera que sientan algo por Venezuela. “Les hablo mucho de la hermosa Venezuela y cuando visitan mi patria se sienten felices. No quiero que se desprendan del todo de mis raíces porque Venezuela me regaló muchas cosas hermosas”.
Cristina Gil
Su hermoso Cristóbal, de apenas 4 años de edad, le dice a todo el mundo que nació en Panamá. Se considera orgulloso y es un panameño más. “Sin embargo se siente un poco triste en ocasiones, porque me dice que él quería nacer donde nació su abuelo, en Caracas”.
Pese a ello, Cristóbal está acostumbrado a Panamá. Entiende perfectamente que son dos países distintos y que para ir de uno a otro hay que tomar un avión. “Yo lo dejo tomar sus decisiones en cuanto a gustos entre ambos países. Por ejemplo, en cuanto a la comida le gusta la venezolana al 100 %”.
Gil, quien trabaja en finanzas, recuerda su infancia y siente que en los colegios en Panamá se practica más el nacionalismo, algo que ve muy positivo para sus hijos. Además de Cristóbal, está Arturo de apenas un año de edad.
“Desde el colegio les enseñan a querer a su patria y eso lo he visto como algo muy importante. A pesar de que soy de Venezuela, me encantan que hayan nacido en un país como Panamá”.