Persecuciones, inhabilitaciones, negativa a inscripción de nuevos votantes y a sustituciones de candidatos, operación morrocoy para instalación de mesas mientras otras nunca abrieron, reubicaciones a destiempo, traslados inconsultos, maquinas dañadas, voto asistido, falta de tinta indeleble, ausencia de observación nacional e internacional, impedimento a los testigos de entrar a los centros, amenazas de colectivos armados, intromisión militar, son algunas de la absoluta falta de garantías que en esta elección -como en las 21 restantes que hemos tenido en 19 años- se produjeron. Por lo tanto, afirmar, como lo hiciera el secretario general de AD este martes que “no hubo fraude y que se perdió por culpa de la abstención” es lo menos, desconocer las evidencias de la estafa y apadrinar a la dictadura.
Las Garantías
El Secretario General de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, pareciera conocer mejor la realidad del sistema electoral venezolano cuando este lunes, en una alocución de menos de 4 minutos, afirmara que en nuestro país “se repiten las variables de irregularidad, incertidumbre y fraude que hemos venido denunciando desde nuestra primera comunicación a Tibisay Lucena en 2015. Denuncias que reiteramos respecto al proceso de elección de la asamblea nacional constituyente o la anulación del referéndum revocatorio”.
El ex presidente de Colombia, Andrés Pastrana, ya había señalado que “la única garantía que tiene el que participa en una elección sin garantías es que va a perder”. Almagro fue aún más directo “cualquier fuerza política que acepte ir a una elección sin garantías se transforma en instrumento esencial del eventual fraude …” La ex mandataria costarricense Laura Chinchilla también se refirió al respecto “los resultados electorales en Venezuela son la crónica de un fraude anunciado… Las dictaduras nunca pierden” Una se pregunta entonces ¿dirigentes venezolanos versados en la política, con 19 años de dictadura desconocían esta realidad?
Principios y valores
Durante los últimos dos meses se abandonó la ruta escogida por casi 8 millones de venezolanos el pasado 16 de julio y se convenció, a buena parte de la ciudadanía, de la importancia de “ganar espacios” mientras se abandonaba el más importante de ellos: el parlamento. Y tengo que referirme de nuevo al Secretario General Almagro, quien señaló la importancia de los principios y valores democráticos para llevar a cabo la acción política que nunca debe conformarse “con acuerdos fáciles y circunstanciales”. Esperemos que ahora, producto de un acuerdo, no se evada la promesa de no juramentarse ante una constituyente inconstitucional e ilegal.
La Institucionalidad en el exilio
El régimen dice y repite que ganó la paz, para que ésta realmente lo sea debe estar acompañada de libertad y justicia. Ninguna de la tres existen en nuestro país. Hitler también llamó a la paz cuando lo único que buscaba era el sometimiento del pueblo a su voluntad. Para los dictadores, la paz no es otra cosa que la prisión o la tumba de quienes se le oponen. Quienes vivimos dentro de este sistema tiránico estamos amenazados con el encierro o la muerte, por eso celebro la reiteración de Almagro en continuar con las acciones iniciadas en denunciar a funcionarios del régimen por crímenes de lesa humanidad, así como, “apoyar a la institucionalidad democrática venezolana que hoy debe funcionar en el exilio”. En su tiempo lo hizo de Gaulle quien constituyó un gobierno en el exilio para oponerse al nazismo y que como nos recordara recientemente el constitucionalista Tulio Álvarez, en su escrito “inquisidores tras los verdugos”, alentaba a los franceses para la lucha contra el totalitarismo. “Si en Venezuela no designaron un gobierno con quién entender una factible transición, entonces se constituye en el exilio un Tribunal de Justicia debidamente apoyado por el legítimo órgano de soberanía nacional, al tiempo que se reconoce la entidad de la Fiscal General de la República, la cual a su vez es respaldada por sus pares de todo el continente” agrega Álvarez.
Son tiempos distintos, dirán algunos, y ciertamente así es. Estamos en un mundo globalizado donde todo se sabe con rapidez gracias a la tecnología y el mundo conoce de nuestras luchas y del coraje de un pueblo que se niega a ser manejado desde una isla, sometido por delincuentes que se hicieron del poder para convertirlo en vasallo del terrorismo.
Volvamos a nuestra agenda de Julio 16 y hagamos cumplir lo acordado: Rechazar y desconoce la asamblea constituyente, renovar los poderes públicos, conformar un gobierno de Unidad Nacional, demandar a la Fuerza Armada Nacional defender la constitución para, entonces, llevar a cabo unas elecciones libres y transparentes. Apoyemos al TSJ verdadero y legitimo hoy en el exilio y aceptemos la ayuda internacional que gobiernos del mundo nos ofrecen.