Hace ya un montón de años que casi todo, o mejor dicho todo; se hace en la mitad de la calle.
Lo que nunca habíamos visto es al presidente dando a conocer su presupuesto a pleno sol y en plena calle, con la supuesta aprobación de “su pueblo”. Este fulano presupuesto suma una cantidad de 8.4 billones de bolívares, lo que en cifras numéricas ni las calculadoras normales atinan de marcar. Trate usted de poner esa cantidad de ceros (yo ni lo intento) en una de ellas y lo que saldrá seguramente es un EEEEEEEEE…. Y no crea…. Ése mismo EEEEEEE, es lo que tiene Nicolás en el cerebro (apartando la voz de Fidel, la del difunto y el piar del pajarito).
Este personaje, que ya sabemos no respeta la voz del pueblo (la misma que votó por los integrantes de la Asamblea Nacional), se dirige al mismo, a pedirle que entienda y apruebe en qué se va a gastar ese realero. ¿Cómo se le explica a una gente que no tiene ni para el pasaje, en qué se van a invertir esos 8 y dele de billones? Eso es harina de otro país…porque en Venezuela tampoco hay harina.
Ver a estos pobres compatriotas aplaudir como focas todo lo que decía el Nicolás, de verdad no es cuestión de risas. Ya bastante se burla el régimen de estas personas, como para seguir echándole más candela al fuego.
Además: esto es sólo parte de lo que viven las calles de mi país.
Si antes sólo criticábamos que había huecos en las calles, hoy estas son testigo de toda una vida de seres humanos. Unos que hacen cola por comida; otros que manifiestan porque no hay; otros que marchan por ellas de norte a sur y de este a oeste (para nada y me perdonan la opinión). Gente que teme salir a ellas por la inseguridad, gente que atraca en ella, gente que muere y gente que mata en ellas.
Las calles de mi país se han convertido en testigo mudo del atropello que comete el Primer empleado de la nación, hasta el malandro más malandro que se pueda encontrar.
Y por si fuera poco, ahora también quedan prácticamente en la calle los miembros de la Asamblea Nacional, porque -ni más ni menos- les cortaron la luz simplemente para que no sesionen… Si esto no es ejemplo fiel del gobierno más bananero que hayan podido tener las calles de mi país, que alguien me lo diga.
Las calles de nuestras ciudades se han convertido prácticamente en el hogar de todos aquellos que quieren comida, hogar, luz, medicinas o cualquier necesidad básica de los tan requete nombrados “derechos humanos”.
No saben los miembros del Tribunal Supremo de Justicia (cuyas siglas TSJ ahora significan: Todos-Se-Jodieron) el tremendo favor que le hicieron a la democracia al pedir que el 20 % no fuera nacional, sino por estados… Ahora hasta los que no pueden levantar de sus camas, saldrán a hacer su mejor esfuerzo para sacar a esas mismas calles, a todos éstos que se creen dueños del presupuesto que vociferaron ¿en dónde? en la calle, por no cumplir con la Constitución.
Qué hermosas son las calles de mi país…
Cariños y hasta la próxima.