Paola Pérez pudo saltar al agua para competir en los 10 kilómetros de aguas abiertas en Tokio. Después de 2:05:45, la venezolana completó el recorrido y terminó en el puesto 20 de la competencia que coronó a la brasileña Ana Marcela Cunha. Pero, detrás de ese rendimiento, se esconden años de sacrificio para una atleta que tuvo que soportar cualquier tipo de obstáculo.
La nadadora de 30 años nacida en Táchira comenzó a practicar de pequeña y a medida que pasó el tiempo se dio cuenta de que su nivel en las piscinas era mayor al de muchos de sus compañeros. Así, se dedicó a entrenar, a perfeccionarse y pudo clasificarse a los mejores torneos del planeta. Su primer gran reto lo tuvo en 2016, cuando obtuvo el boleto para los Juegos Olímpicos celebrados en Río de Janeiro, en donde culminó 20° en el reto de los 10 kilómetros.
Desde ese entonces siguió esforzándose y con la mente puesta en conseguir mejores resultados, pero nunca imaginó las barreras con las que se encontraría. En 2019, por ejemplo, participó de una carrera de aguas abiertas en Lima, en donde la temperatura del agua rondaba los 18 grados, por lo que los competidores debían utilizar un traje de baño de neopreno. Sin embargo, la Federación Venezolana de Deportes Acuáticos y el Ministerio del Deporte nunca se lo envió y ella decidió nadar de todas formas.
Debido a eso, su actuación no fue la mejor a tal punto que tuvo que abandonar y estuvo al borde de una hipotermia, ante la sorpresa del resto de los nadadores que no entendían cómo ante semejante competencia nadie le había entregado el material adecuado para competir.
Como si esto no fuera suficiente, con el inicio de la pandemia del coronavirus se acabaron los entrenamientos en Venezuela, también para los atletas olímpicos. Con Tokio asomando en el horizonte, Pérez no podía darse el lujo de dejar de entrenar, por lo que se marchó rumbo a Chile para continuar con su preparación: “Mucha gente se va del país por cuestiones económicas y yo en realidad me fui por una cuestión de piscinas. Allá no había y ese es el medio por el cual me muevo, y eso fue lo que me obligó a salir”, comentó en una entrevista para France 24.
Sin ayuda estatal, la deportista se las arregló para vivir en una nueva nación: “Actualmente estoy trabajando en Chile compartiendo mis conocimientos con nuevos nadadores y me ha ayudado a pagar parte de mi entrenamiento. Sin embargo, la natación es un deporte caro Por eso vengo a ustedes para obtener los recursos económicos necesarios”, contó en mayo, cuanto inició una campaña de GoFundMe para conseguir el dinero suficiente para entrenar y poder viajar a los Juegos Olímpicos.
En junio selló el mejor tiempo del continente completando los 10 kilómetros en 2:03:31.61 y entonces recibió un mensaje inesperado en las redes sociales. “Felicitaciones a nuestra nadadora Paola Pérez, quien clasificó a la máxima cita del deporte olímpico a nivel mundial, los JJOO #Tokyo2020. Ella es parte de una generación de jóvenes deportistas que llevan con orgullo el tricolor nacional. ¡Cuenta con todo nuestro apoyo campeona!”, escribió Nicolás Maduro en su cuenta de Twitter.
Al leer eso, Pérez no dudó y le respondió: “Espero que el apoyo sea mejor que el que tuve en todo este ciclo olímpico, en el que no solo nos quedemos en promesas, como la casa que me prometieron por haber ido a Río 2016, confío en que este año será mucho mejor”. Sin insultos ni bajezas, la deportista le recordó al líder del régimen chavista su promesa incumplida, pero nuevamente no obtuvo respuesta.
Al llegar a Tokio fue consultada sobre sus expectativas: “Busco dar mi mejor actuación. Obviamente que un diploma o una medalla sería consagrar todo mi esfuerzo; eso sería materializar lo que en mi cabeza siempre ha estado. Pero voy a salir a dar lo mejor de mí. Ya no me siento como pequeña al lado de ellas, ya no las veo como que son superiores a mí; ya me siento igual que ellas”.
Es que de las 25 competidoras, ninguna había pasado por todo lo que tuvo que atravesar ella, quien incluso se despidió de su familia, la cual se quedó en su nación y que desde allí la ha apoyado en cada decisión. “Estoy más tranquila porque tengo un poco más de experiencia. Me siento muy contenta de estar aquí, de representar al Táchira y a mi Venezuela”, declaró antes de nadar.
Finalmente, la deportista de 30 años terminó 20° en la carrera igualando su actuación de 2016. Tal vez con el apoyo suficiente y sin tantas trabas, su rendimiento hubiese dado otros frutos.