Los estadounidenses acuden a las urnas este martes para elegir al sucesor del presidente Barack Obama, entre la demócrata Hillary Clinton y el republicano Donald Trump, poniendo fin a una larga y amarga campaña electoral que tiene en vilo al mundo.
En una reñida carrera por la Casa Blanca, la exsecretaria de Estado de 69 años y el magnate neoyorquino de 70 dieron el todo por el todo en una frenética gira de último minuto para convencer a los últimos indecisos, según La Patilla.
La remota localidad de Dixville Notch en New Hampshire (noreste) dio a la medianoche la simbólica campanada inicial de unos comicios cuyo desenlace es incierto.
Pero las urnas abrieron propiamente en un puñado de estados, entre ellos Virginia, Maine y Kentucky, a las 06H00 locales (11H00 GMT), una hora antes de Florida, una vez más escogida por el destino para decidir el ganador de una elección presidencial en Estados Unidos.
“Mañana enfrentamos la prueba de nuestras vidas”, dijo Clinton, situada en el umbral de la historia, a una victoria de convertirse en la primera mujer presidenta de Estados Unidos.
“Mi fe en nuestro futuro es más grande que nunca”, lanzó después, prácticamente sin voz, en el cierre de campaña en Carolina del Norte ya de madrugada.
En contraste, Trump presentó a su rival como una mujer corrupta de una élite desacreditada, en los último mitines en New Hampshire y Michigan.
Al prometer acabar con “años de traiciones”, desandar tratados de libre comercio, cerrar la frontera, detener el narcotráfico y excluir a todos los refugiados sirios, Trump dijo a sus seguidores: “Estoy con ustedes y lucharé por ustedes y ganaremos”.
En la cúspide de una carrera política que se remonta a cuando fue primera dama de Estados Unidos o más atrás, como una joven activista contra la guerra de Vietnam, Hillary Clinton es respetada pero malquerida.
Empresario y exestrella de televisión, sin haber sido electo nunca, Donald Trump fue el invitado sorpresa a la campaña electoral: interpretando como nadie -y contra los pronósticos de todos- las frustraciones e inseguridades de los estadounidenses en un mundo en mutación, sacudió al establishment de su partido.
Antiinmigrante y sexista, impulsivo y corrosivo, marcó para siempre un estilo de hacer campaña política.
Después de 693 días –23 meses– de drama, insultos, escándalos y más escándalos, unos 225 millones de estadounidenses están llamados a decidir quién de los dos será el presidente 45 de Estados Unidos.