Después de los intentos fallidos por llegar a Estados Unidos, país que el 12 de octubre 2022 anunció que no permitiría el ingreso a su territorio a los migrantes venezolanos que pretendieran ingresar por la frontera con México de forma irregular, a estos migrantes les tocó asumir el golpe y regresar a casa.

La noticia la recibieron en diferentes regiones de Centroamérica. Unos quedaron tan cerca del objetivo como en la frontera con México y otros tan lejos todavía, atravesando la selva del Darién.

“Apenas terminé de cruzar esa selva del terror, me dieron la noticia. Pasó ese mismo día que crucé, el 12 de octubre. Se me fueron las piernas. Casi me desmayo. De verdad no sabía si ponerme a gritar, a llorar. Fue un duro golpe”, contó Nelson Contreras, un migrante venezolano de 21 años de edad que estuvo varado en Panamá.

Las historias de estos migrantes que llegaron al refugio temporal en Ciudad de Panamá, son demasiadas, pero todos coinciden en algo: La solidaridad y el apoyo que recibieron en el Istmo no tiene precio.

“Aquí en Panamá el trato ha sido muy diferente. Siempre conseguimos una mano amiga. Nos ayudaron con comida, con ropa, incluso con los pasajes de regreso a Venezuela”, contó Julio Pernía.

Elizabeth Colón recordó que, en Nicaragua, incluso, la intentaron violar varias veces. “De allá tuve que salir corriendo. Además, el trato fue bastante malo. Ni agua nos daban”, recordó.

Josué Manzano dijo que una vez llegó al refugio temporal instalado en Ciudad de Panamá, la realidad fue otra. “No es por hablar mal de Costa Rica, pero allá nos trataron como perros. Cero atenciones, nada de nada. En Panamá la solidaridad se vio en todo momento”.

 

 

Unos sí, otros no

Para algunos, la amarga experiencia de atravesar una selva y vivir de cerca malos tratos y hasta xenofobia, es más que suficiente para ni siquiera pensar en la posibilidad de intentarlo de nuevo. Otros piensan distinto.

“Yo había entrado ya a Estados Unidos. Luego las autoridades estadounidenses me montaron a mi y a otro grupo de migrantes en un vuelo que supuestamente iba a Nueva York y resulta que nos llevaron deportados a México. Así que tocó ir para atrás nuevamente y buscar cómo regresar a mi casa en Valencia, donde me esperaba mi familia. Le digo a todas esas personas que quieran emigrar de forma irregular, que no lo hagan. Que piensen primero en sus familias”, contó Gleyver Casadiego, quien consiguió de parte de la comunidad venezolana, a través de la fundación Activados Panamá, un pasaje de regreso a Venezuela, al igual que otros migrantes venezolanos varados en Panamá.

Al contrario de Casadiego, hay otros migrantes que sí están planeando, una vez lleguen a Venezuela y puedan reunir más dinero, intentarlo de nuevo. “Es que en Venezuela no ha cambiado nada”, dijo con lágrimas en sus ojos Javier Quintero.

“Regresamos, pero allá sigue la misma situación, esa que nos hizo tomar la decisión de dejar nuestras familias y buscar otros rumbos. Entiendo a los que no quieran volver a arriesgar y se respeta, pero caer una vez no significa que se perdió la batalla”, agregó.

Ya no podían más

Alejandro Lugo, de Punto Fijo, contó en el refugio que decidió emigrar y llegó hasta la frontera de México con Estados Unidos porque su hija de tres años de edad es sorda muda y en Venezuela no podían acceder a un tratamiento.

“Llegamos hasta México caminando, pero no nos dejaron entrar a Estados Unidos”, recordó. En Panamá, mediante el apoyo de la comunidad venezolana que ha venido asistiendo a los venezolanos varados en el refugio de La Locería, se consiguió un apoyo económico para que la niña pudiera hacerse el examen en la capital panameña, pero prefirieron viajar en el primer vuelo de regreso a casa.

“El cansancio y las ganas de hacer borrón y cuenta nueva, nos venció”, contaron.

Jaime Godoy estaba resignado totalmente. “Ya me da igual morirme aquí o regresar a Venezuela. Total, había emigrado con mi hija y murió en el trayecto de la selva. No tengo mayor motivación ahora mismo”.

Las historias y testimonios crudos son infinitos, pero la mayoría de estos migrantes, quienes vivieron en carne propia los peligros de migrar de manera irregular por peligrosos pasos fronterizos, entendió que siempre será preferible, en la medida de lo posible, tener un plan contemplando las vías regulares.