Disfruté al máximo la cobertura del juego por la Hermandad y la Unión entre la selecciones de fútbol máster de Venezuela y Panamá que se jugó, a pesar de una fuerte lluvia, el pasado 17 de noviembre en las instalaciones del estadio Maracaná del sector de El Chorrillo.
Desde este espacio quiero aplaudir de pie al señor Edgard Montenegro, principal organizador del evento y quien me confesó, en pleno partido, que si bien esperaba un mayor apoyo del público, el experimento le sirvió para pensar en futuros encuentros. “Yo voy a decir que sembré una semilla y lo que viene luego será mucho mejor. Vamos a seguir año a año con este compromiso”, dijo.
La idea me parece genial porque si bien se vio gran armonía y entrega entre los jugadores de Venezuela y Panamá en la cancha, lo que había en las gradas era una completa fiesta. Sí, fanáticos de ambas selecciones unidos y celebrando con la fiesta del fútbol.
Amor en las gradas
Me llamó particularmente la atención una pareja de novios. Chico venezolano, chica panameña. Cada quien con la camiseta de su país. “Al final lo importante, gane quien gane, es que este espacio nos sirva como encuentro”, me comentó la dama llamada Karina.
Juan Ignacio, su novio, la llevó al estadio con una promesa que espera cumplir pronto. “Soy fanático del Caracas FC y le dije, apenas entramos al estadio, así como vinimos a este, te voy a llevar a Venezuela a que conozcas el estadio Olímpico. Te vas a enamorar de una vez”, contó en medio de la celebración de un gol de Venezuela.
Moviéndome entre los fanáticos, otro grupo, ya de entre 10-15 personas, me pidió una foto. La alegría de los muchachos era notoria tras el consumo de varias espumosas, pero lo importante es que igualmente eran venezolanos y panameños en una misma barra.
Carmelo Aranguren me dijo. “Yo voy al fútbol, pero si aquí queda la cosa empate, pues mucho mejor”. En efecto fue así, pues cuando sonó el pitazo final, el marcador reflejó un 2-2.
Entre panas
Ese día, desde mi punto de vista, ganó el fútbol porque si bien jugaron futbolistas ya retirados, dieron un muy buen espectáculo sobre la grama del Maracaná. Un juego de ida y vuelta, sin mucho roce al ser amistoso, pero sí con varios destellos de genialidad e individualidades.
Espero que este tipo de eventos se sigan repitiendo para que sirvan como espacio de unión entre estas naciones. Para nadie es un secreto los desgastes entre ambos países en los últimos tiempos, sobre todos por hechos que han protagonizado la minoría, entonces es importante seguir rescatando el fruto de la hermandad que caracteriza a ambas naciones unidas desde siempre.
Viva Panamá y viva Venezuela…