El reguetón y los programas de televisión torpedean la lucha por la igualdad en Panamá, un país donde las jóvenes embarazadas se cuentan a raudales y la violencia machista crece, dijo este miércoles la directora del Instituto Nacional de la Mujer, Liriola Leoteau.
«La música popular y los programas de televisión alientan la imagen de la mujer dependiente, de la mujer sometida. Esos patrones culturales nos están comiendo terreno mientras los embarazos precoces aumentan», indicó Leoteau en una entrevista con Efe con motivo del Día Internacional de la Mujer que se celebra hoy.
Las canciones que suenan en las principales discotecas y radios del país hablan de mujeres objeto, que son valoradas por sus curvas y por su sensualidad, y en muchas ocasiones llegan incluso a hacer apología de la violencia machista.
«Es necesario que este tipo de contenidos se regulen», denunció la funcionaria que dirige el instituto desde 2014.
El INAMU hizo un intento por controlar estas situaciones y elaboró, junto con el resto de instituciones que forman la Comisión Nacional contra la Violencia en la Mujer (CONVIMU), un proyecto de reglamentación para la Ley 82 del 24 de octubre de 2013, que tipifica el feminicidio y refuerza la ayuda a las mujeres maltratadas, y que aún no se ha podido implementar.
La propuesta generó toda una ola de críticas entre los gremios periodísticos del país y el reconocido abogado Ernesto Cedeño interpuso un recurso de inconstitucionalidad en noviembre de 2016 contra el artículo 70 de esa ley por supuestamente violar la libertad de expresión.
Dicho artículo establece que el Ministerio de Gobierno podrá imponer multas de 1.000 a 3.000 dólares a aquellos medios de comunicación que discriminen o violen la integridad de una mujer.
«Nos encontramos a la espera de que se resuelva el recurso para ver qué pasa con la ley. No nos explicamos bien, no quisimos hablar de censura sino de regulación para proteger la imagen de la mujer y evitar la cosificación», explicó la directora de la institución.
Según Leateau, la cosificación contribuye a acrecentar la discriminación y condena a las mujeres panameñas a sufrir las mismas desgracias que el resto de mujeres de Latinoamérica: desempleo, precariedad laboral, embarazos adolescentes, matrimonios precoces y altos índices de violencia.
«Va a haber discriminación y violencia siempre que haya impunidad y que sigan prevaleciendo estos patrones culturales», admitió.
El 2015 fue uno de los años más violentos contra la mujer que se recuerdan en Panamá: las denuncias por violencia machista aumentaron un 18,5 % hasta llegar a las 20.516 y los feminicidios alcanzaron la cifra récord de 28 mujeres asesinadas a manos de sus parejas, según datos del Ministerio Público revelados el pasado noviembre.
Los datos sobre embarazos adolescentes tampoco son nada alentadores. Según las estadísticas oficiales, los hospitales públicos atendieron en 2016 a un total de 11.298 menores embarazadas, frente a los 10.152 casos de hace tres años.
La brecha salarial y el reparto de tareas domésticas son algunas de las muchas tareas pendientes que quedan en Panamá, así como la educación sexual, una materia de la que Leoteau es una férrea defensora.
El pasado septiembre un diputado opositor presentó en el Parlamento un proyecto de ley para obligar a las escuelas a impartir educación sexual y tratar así de frenar los embarazos juveniles, que tuvo que ser retirado porque desató una gran polémica y sacó a las calles a varias asociaciones religiosas.
Leoteau lamentó además que desde muchos sectores de la sociedad se criminalice el feminismo y se alimente la falsa creencia de que la lucha por la igualdad «amenaza la masculinidad de los hombres».
«Nosotras nos vivimos solas en el mundo, por eso es necesario involucrar a los hombres en esta lucha. La igualdad tienen que perseguirla hombres y mujeres», concluyó la directora del INAMU.