Tanque de petróleo de la empresa PDVSA en Lagunillas, Venezuela. Foto Reuters.

VOZ DE AMÉRICA

Venezuela exportó millones de barriles de su petróleo pesado a EEUU hasta las sanciones económicas de 2019. Su compra se reanudó hace 2 años. Expertos explican las características de ese crudo, mientras Donald Trump adelanta que «probablemente» dejará de comprarlo.

El crudo venezolano abundó en las refinerías de Estados Unidos hasta las sanciones económicas de hace seis años, en la primera presidencia de Donald Trump. Hoy, con el republicano de vuelta al poder, esos negocios pasarán a revisión tras su reanudación limitada en 2023 y probablemente cesarán, según adelantó este lunes el mandatario.

“Probablemente vamos a dejar de comprar petróleo a Venezuela, no necesitamos su petróleo”, dijo Trump en la Oficina Oval en la Casa Blanca, apenas horas tras haber sido investido como el presidente número 47 de los Estados Unidos por cuatro años.

Trump aplicó sanciones económicas al mercado petrolero y gasífero de Venezuela a principios de 2019, ya avanzado su primer mandato, como parte de una política de presión máxima para deponer del poder a Nicolás Maduro, desconocido por Estados Unidos y decenas de gobiernos como jefe de Estado legítimamente electo.

El mismo dignatario adelantó que tomará próximas decisiones en cuanto a las licencias y restricciones del negocio energético en Venezuela, que permiten desde hace dos años a la compañía norteamericana Chevron y otras de Europa y Asia producir y exportar ese crudo. “También nos enteraremos sobre eso”, apuntó el lunes a periodistas, mientras firmaba varios decretos ejecutivos.

Su antecesor, Joe Biden, alivió en 2023 las sanciones económicas de la era Trump para incentivar negociaciones entre el gobierno de Nicolás Maduro y sus opositores a fin de lograr una salida electoral a la prolongada crisis política venezolana.

A pesar de la firma de un acuerdo amplio en Barbados, esa crisis persiste: Maduro juró este mes como presidente para un tercer mandato en medio de acusaciones de la oposición de que cometió un fraude electoral, advertencias de escenarios violentos y denuncias de graves violaciones a los derechos humanos contra la población y la disidencia política.

El candidato de Trump a secretario de Estado, el senador republicano Marco Rubio, amplio crítico del chavismo, planteó que EEUU debería reconsiderar las licencias petroleras en Venezuela.

“Ahora tienen licencias generales, donde empresas como Chevron están aportando miles de millones de dólares a las arcas del régimen (de Maduro) y el régimen no ha cumplido ninguna de las promesas que hizo. Así que todo esto debe ser ‘reexplorado’”, dijo Rubio en su audiencia de confirmación en el Senado, la semana pasada.

Maduro, por su parte, ha expresado su deseo de recomponer las relaciones con la Casa Blanca. El gobernante y funcionarios de su ejecutivo han dicho que la economía venezolana podría funcionar a pesar de esas restricciones, que ha calificado como “bloqueo”.

Crudo “excelente” para EEUU

Venezuela es actualmente el tercer país exportador de petróleo a Estados Unidos, luego de Canadá y México, superando a otras naciones, como Brasil y Arabia Saudita, de acuerdo con la Administración de Información de Energía estadounidense.

En 1998, Venezuela exportaba 1,7 millones de barriles al día a Estados Unidos. Ese promedio se redujo a menos del millón entre 2009 y 2011, llegando a cero en 2019 tras las sanciones ordenadas por Trump. La exportación venezolana a EEUU se reanudó en enero de 2023, con 40.000 barriles al día, en las vísperas de los acuerdos de Barbados.

El país suramericano exportó un promedio de 295.000 barriles por día hasta octubre pasado, según las últimas cifras del gobierno de EEUU. Chevron, bajo escrutinio por haber pagado 300 millones de dólares en impuestos en Venezuela, según la agencia Bloomberg, concentra esa producción e importación a EEUU gracias a licencias especiales.

El crudo pesado venezolano, de un grado único conocido como Merey, sirve para mezclarse con los petróleos más ligeros de Estados Unidos, entre los que destaca el WTI, explica el economista Orlando Ochoa.

El Merey permite extraer una gama de productos de hidrocarburos más amplia en refinerías de conversión profunda ubicadas mayoritariamente en el Golfo de México, como las de Chevron, amplía Ochoa, con amplia experiencia en el sector energético.

El crudo pesado venezolano “es excelente” para mezclar y hacer las dietas petroleras en Estados Unidos, comenta sobre las bondades del fósil suramericano.

Para empresas norteamericanas como Chevron, la producción y exportación a EEUU del petróleo venezolano “es muy buen negocio” por ser de relativo bajo costo y originario de un mercado cercano, precisa Ochoa, con amplia experiencia en el sector energético.

El crudo venezolano también es óptimo para las refinerías de conversión profunda existentes en India, de la compañía Reliance Industries, y las estatales y privadas en China.

El gobierno de EEUU anunció el año pasado una exención temporal para que Reliance pudiera importar el Merey. Hasta octubre de 2024, India había comprado 20 millones de barriles del crudo venezolano con un ahorro de 15 a 18 dólares por unidad en comparación con su canasta de importación promedio, según reportes de la prensa.

“Las 3 economías más pobladas demandan nuestro crudo”, remarca Ochoa, por su parte. “Esto es contrario a la narrativa de que el mundo no quiere el crudo pesado. El Merey es súper conveniente para la mezcla” con otros crudos ligeros para producir “una dieta mediana”, opina.

Fuentes entendidas de los mercados petroleros mundiales advierten, sin embargo, que mercados como el de EEUU tienen alternativas para sustituir el crudo venezolano en caso de una eventual baja producción o restricciones por decisiones ejecutivas. En ese escenario, los crudos de otros países suramericanos entrarían en juego para lograr la mezcla.

Venezuela también es capaz de producir su Merey gracias a una mezcla de crudo ligero del estado oriental de Monagas con el ultrapesado de la Faja del Orinoco, con la salvedad de que es necesario usar diluyentes importados o de la misma región, precisa.