La posición del Vaticano en el conflicto de Venezuela ha sido siempre ambigua y discreta. Su frustrado papel como mediador lo requirió en su momento. Pero ahora, en pleno ultimátum de un nutrido bloque de países a Nicolás Maduro para que convoque elecciones, millones de venezolanos y los propios mandatarios implicados —con Juan Guaidó a la cabeza de la oposición— se preguntan cuál es la opinión del Papa y la postura que adoptará la Santa Sede, con enorme influencia en la comunidad católica del país, en un conflicto que camina peligrosamente hacia la violencia. El Papa, tras varios días de silencio, pidió en el Ángelus del domingo en Panamá “una solución justa y pacífica”. Pero, ¿qué quiere decir eso?
En pleno viaje de vuelta, en la tradicional rueda de prensa en el avión papal, Francisco fue interrogado por el significado de sus palabras de la mañana del domingo y sobre si podían considerarse un apoyo a Guaidó y a su plan para realizar una transición con elecciones democráticas, tal y como ha hecho ya la Unión Europea, EE UU y la mayoría de países latinoamericanos. “Yo apoyo a todo el pueblo venezolano, que está sufriendo. Si yo entrara a decir ‘háganles caso a estos países o a estos otros’, me metería en un rol que no conozco: sería una imprudencia pastoral por mi parte y causaría daño. Las palabras las pensé, las repensé y expresé mi cercanía y lo que siento. Yo sufro por todo esto. Ponerse de acuerdo no alcanza. Una solución justa y pacífica. Me asusta el derramamiento de sangre”.
El Vaticano no tiene intención de volver a intervenir en este conflicto a menos que se den una serie de garantías y que las partes implicadas lo soliciten. De las palabras del Papa en el avión y según una fuente diplomática consultada, se deduce que la Santa Sede preferiría que se produjese la intervención de un organismo internacional con la ONU antes de volver a hacer ningún acercamiento público. También lo confirmaba al periódico La Stampa el sacerdote Antonio Spadaro, uno de los asesores de Francisco. “Pido grandeza a los que pueden ayudar a resolverlo. Me aterra el problema de la violencia. […] Tengo que ser pastor. Y si necesitan ayuda, que se pongan de acuerdo y la pidan”, señaló Francisco, en pleno vuelo, respecto a la posible mediación del Vaticano.
La Santa Sede, llegado el caso, cuenta con varios pesos pesados que conocen perfectamente la situación en Venezuela y que ya han hecho gestiones con anterioridad. El actual secretario de Estado, el cardenal Pietro Parolin, fue nuncio en ese país. Edgar Peña Parra, su número dos, una figura conocida en el organigrama vaticano como Sustituto, es venezolano; también lo es Arturo Sosa, el superior de los Jesuitas, orden la que pertenece el papa Francisco