En la editorial de este viernes, el diario La Prensa publicó la editorial que trata el caso venezolano y que fue escrita por la mano de uno de sus fundadores, como lo es el destacado periodista panameño Roberto Eisenmann. Eisenmann quien vivió en el exilio durante la dictadura de Omar Torrijos, le dedica estas palabras a la crisis que vive nuestro país y a la cual denomina «Mi querida Venezuela».
A continuación le compartimos la editorial:
Venezuela es el país que me abrió las puertas de par en par cuando fui arrestado violentamente y expatriado por la dictadura panameña de la época, en ese momento liderada por Omar Torrijos H. Es el país de dos de mis queridisimas nietas, y de amigos de toda la vida. Es el país que siempre estuvo al lado de mi Panamá en la lucha generacional por el Canal… e igualmente lo estuvo en la lucha contra la narcodictadura de Noriega. Es el país donde vivió muchos años nuestro constituyente Diógenes de la Rosa sirviendo de asesor de presidentes venezolanos, así como lo fue para presidentes panameños. Por eso y por muchas otras cosas más me duele intensamente Venezuela, hoy en las garras de una narcodictadura que ha convertido al país más rico de América (con una de las reservas petroleras más grandes del planeta) en paupérrimo y con un gravísimo problema humanitario. ¡Por algo se ha dicho que el petróleo es el «excremento del diablo»!
La situación de colapso total de Venezuela es tal que el prestigioso profesor de Economía de la Universidad de Harvard, de nacionalidad venezolana, Ricardo Hausmann, ha llegado a proponer una extraordinaria alianza internacional que tome medidas militares para expulsar la narcodictadura de su país. Esta propuesta pinto con claridad la desesperación humanitaria que vive el pueblo venezolano. Después de todo – dice Hausmann – Bolívar liberó a los países bolivarianos a base de invasiones militares.
Hoy el salario mínimo de aquellos afortunados que tienen trabajo es de 5$. ¿Cómo es posible vivir así? Han nacionalizado mil 400 empresas, y en la petrolera del Estado PDVSA despidieron 20 mil técnicos y la politizaron al punto que la producción se fue a pique y los recursos del petróleo que antes ingresaban al Banco Central, hoy se manejan discrecionalmente fuera del presupuesto desde la Presidencia. La tragedia de la próspera economía venezolana no es tanto por la baja del precio internacional del petróleo en el 2014, sino por el colapso total e histórico de la producción de PDVSA. Así mismo, se suprimió la autonomía del Banco Central, dándole al presidente acceso directo a las reservas monetarias internacionales del país, con licencia para usarlas a su antojo.
Además está la conexión cubana, ya no beneficio económico a cambio de asesoría, sino de intervención directa en todos los estamentos de seguridad para asegurar su continuo beneficio. Se estima que la ayuda económica venezolana constituye más del 15% del PIB de Cuba, mucho mayor que la ayuda rusa de los 80.
Cuando el pueblo se tomó las calles entre abril y julio del año 2017, entró a funcionar la política de seguridad cubana. Se produjeron más de 120 muertes de jóvenes y miles de heridos; se encarceló a muchos líderes jóvenes y se les sometió a toda suerte de torturas hasta que dividieron la oposición y se arrecio el modelo cubano.
El Ejército quedó entregado a la narcodictadura. Si en 2002 en el Ejército había 70 Generales, hoy hay mil 200, integrados todos al sistema.
Lo positivo es que ya toda la comunidad internacional está clara de que se trata de una narcodictadura que ha quedado aislada. La Corte Internacional Criminal en La Haya ha iniciado investigaciones de los crímenes y torturas. Está reconsiderándose la compra de petróleo por Estados Unidos (que anda por $500 mil millones desde 1998) pagado todo al contado.
Pero, a pesar de la situación de hoy en que no se ve la luz, estos regímenes siempre se caen por situaciones inesperadas que no responden a los análisis lógicos, y de que se caen, ¡se caen! Solo falta el cuándo y a qué costo, aún más trágico.
Mientras tanto, el total desastre que ha constituido el socialismo del siglo XXI le ha derramado a la izquierda radical latinoamericana un tremendo balde de agua helada.
Todos los hombres nacemos con un individualismo nato, que es la semilla de la derecha, pero al mismo tiempo nacemos con un deseo nato de justicia que es la semilla de la izquierda. Durante nuestra juventud normalmente domina nuestro sentido de justicia, nuestra izquierda, y a medida que avanzamos en edad, los golpes de la vida nos van haciendo más pragmáticos e individualistas… y va dominando la derecha. A todos, no importa nuestra edad, cuando se nos presenta un plan de gobierno de cambio respondemos «dame un ejemplo de lo que propones». Cuando gobernaba Lula, ese era un ejemplo, el referente exitoso aceptable. Ahora que el ejemplo referente de la izquierda es Maduro/Venezuela, la respuesta generalizada es ¡Ni de vaina! No hay manera de justificar el desastre venezolano, donde huyen 35 mil venezolanos de a pie todos los días por sus fronteras, dándose la diáspora más numerosa en la historia de América. Maduro nos ha vacunado a todos de la izquierda radical.
Sin embargo, dicho eso, en países como el nuestro, que son ricos pero llenos de pobres, los dirigentes requeridos deben ser – además de honestos- pragmaticos, constructores de nación, pero suficientemente a la izquierda como para corregir la profundas injusticias y desigualdades que son inaceptables en un país como el nuestro.
A todos los países de la comunidad internacional: la droga es un problema internacional y la solución es igualmente internacional.
¡Por eso tenemos la obligación de ayudar a Venezuela a salir de la cruel narcodictadura!
Roberto Eisenmann
Fundador del Diario La Prensa