El martes 29 de mayo, en el Rommel Fernández, Panamá se despidió de su público antes de viajar a Rusia, empatando 0-0 con Irlanda del Norte. Fue una noche especial, con un estadio casi lleno y, en mi caso, de muchas emociones encontradas.
Por el excesivo tráfico que se presentó en las zonas aledañas al Rommel Fernández, me tocó bajarme del vehículo que me transportaba unas dos cuadras antes. El trayecto, con color rojo intenso por todas las camisetas de la selección, enseñó de una vez que sería una jornada especial.
Todos los panameños y algunos extranjeros, entre los que me cuento, sabíamos que más allá de un juego amistoso, había un toque de sentimentalismo. La “Sele” ante su público después de la clasificación histórica a Rusia, el adiós de Blas Pérez, “Matador” Tejada, entre otros baluartes de la oncena canalera, quienes confirmaron que después del Mundial se retirarán de la selección.
La “Marea Roja” lució en su máximo esplendor esa noche y los jugadores lo notaron, era muy obvio. Después del calentamiento habitual y antes de que el sonido interno dejara escuchar la emblemática canción “Patria” de Rubén Blades, dieron una vuelta al terreno para saludar a todos los presentes. Algunos hicieron el trayecto aplaudiendo, otros bailando; en fin, una fiesta total.
Sin distinción
Un estadio, un país, una selección. Desde los porteros, pasando por policías, vendedores de cerveza y alimentos, directivos, niños y hasta las celebridades que se unieron para cantar “Sube la Marea” durante el entretiempo, todo el mundo contagiado.
“Yo sabía que este momento iba a llegar y aquí lo estoy disfrutando”, me dijo en medio de la celebración Emilio Regueira, cantante de Los Rabanes. Igualmente lo celebraba un mesonero que atendía el palco VIP de una importante empresa panameña.
“Yo no te voy a decir que sabía que íbamos a clasificar, de hecho cuando nos ganó México en el Azteca, se me fueron las esperanzas, pero se dio y hay que celebrarlo”, me contó casi entre lágrimas Juan Carlos Solis, oriundo de Colón, quien al sentirme un acento extranjero, agregó. “Sé que Venezuela también lo alcanzará algún día”.
Y sí, tengo que confesarlo, no dejaba de pensar en ese momento de la primera clasificación de mi país a un Mundial. Alegría y mucha por el pueblo panameño, pero en el fondo soñando con mi selección, con La Vinotinto.
Ojalá que la fiesta de esa primera clasificación sea tan imponente y llena de ánimo y esperanza como ha sido la de Panamá, que debutará el 18 de junio ante Bélgica en el Estadio Olímpico de Sochi.